El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1326
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Capítulo 1326:
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La pregunta tomó a Sadie por sorpresa. Frunció el ceño, confundida.
¿Qué tipo de genio criminal se preocupaba por su vida personal? ¿Desde cuándo un famoso jefe del crimen se preocupaba por algo tan trivial como si tenía hijos o no?
La idea era casi cómica.
Al percibir su recelo, Emerson se detuvo, con una inesperada tristeza brillando en sus ojos. Por un momento, estos se llenaron de lágrimas. No dijo nada más, simplemente abrió la puerta y le indicó que pasara.
Tras veinte minutos, Emerson guió a Sadie por sinuosos senderos bordeados de flores perfectamente recortadas, hasta detenerse frente a una zona apartada del resto de la finca.
En el interior, el espacio era cálido y acogedor, como un dormitorio iluminado por una suave luz y el aroma de las flores.
Los ojos de Sadie recorrieron la habitación y finalmente se detuvieron en un marco de fotos que había sobre la mesita de noche.
Dentro del marco había una fotografía de un Emerson mucho más joven con su madre. Su madre le sonreía radiante, la viva imagen de alguien profundamente enamorado.
No había cautela en los ojos de su madre, solo adoración.
Una ola de conmoción atravesó a Sadie, dejándola paralizada y entumecida. Con manos temblorosas, se acercó a la mesita de noche, cogió la foto y la miró fijamente mientras le temblaba la voz. —¿Qué… qué fuiste para mi madre?
Emerson decidió no responder. En lugar de eso, cruzó la habitación en silencio y se detuvo frente a un altar, donde encendió una cerilla y una vela.
La mirada de Sadie se posó en una elegante urna de jade blanco colocada en el centro del altar.
En su superficie estaban grabadas las palabras: «Aquí descansa el amor de mi vida, Brenda Stewart».
¿Qué?
Los pensamientos de Sadie se sumieron en el caos. Su cerebro se negaba a procesar lo que estaba viendo.
Nada de esto tenía sentido. ¿Cómo era posible que su madre hubiera estado enamorada de Emerson?
Con los ojos enrojecidos y brillantes, Emerson posó la mano sobre la lisa urna. Habló en voz baja, cada palabra cargada de nostalgia. «Brenda, nuestra hija está aquí. ¿Puedes verla?».
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Cada movimiento irradiaba una suave reverencia, como si aún estuviera buscando un amor al que nunca había dejado ir.
Sadie instintivamente dio un paso atrás, con la mente llena de confusión y sospechas descabelladas que ahogaban la razón.
De repente, se abalanzó hacia delante, agarró a Emerson por el brazo y se negó a soltarlo. «¿Quién eres? ¿Qué es todo esto? ¡Quiero la verdad, ahora mismo!».
La bondad nunca se regala. La gente no ayuda a los demás sin más. A menos que…
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