El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1325
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1325:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Una mirada de decepción se dibujó en el rostro de Emerson.
Incluso la forma en que Sadie se comportaba, la inclinación obstinada de su barbilla, le recordaba a Brenda.
Sin decir nada más, Emerson se sentó a la mesa.
«Ya nos pondremos manos a la obra, pero primero deberías comer», insistió con tono cálido pero firme. «Los jóvenes deben cuidarse. No sigas el ejemplo de tu madre. Ella se mataba a trabajar y siempre anteponía su bienestar al de los demás». Mientras hablaba, Emerson cogió una cuchara y sirvió con delicadeza unas costillas de cerdo perfectamente asadas en el plato que había preparado para Sadie.
Sadie vaciló. La había pillado desprevenida.
¿Cómo podía saber que la salud de su madre se había resentido por el exceso de trabajo? ¿O que las costillas de cerdo a la parrilla siempre habían sido su plato favorito?
Aun así, Sadie cruzó la habitación, con un tono más agudo.
«¿Conocías bien a mi madre? ¿Y dónde están las cenizas de mis padres? ¡Dámelas! ¡Ahora!».
Emerson se quedó inmóvil durante un instante, pero siguió sirviendo la comida con paciencia.
—Ten paciencia. Come algo primero. Cuando hayamos terminado, te llevaré con tu madre.
La incertidumbre y la curiosidad se reflejaron en el rostro de Sadie mientras observaba a Emerson.
Al principio, pensó en insistir en que se saltaran la comida y fueran directamente al grano, pero en ese momento su estómago la traicionó, rugiendo ruidosamente en la silenciosa habitación.
Un rubor de vergüenza se extendió por sus mejillas, delatando su incomodidad.
Cambiando de táctica, decidió que, por ahora, sería mejor seguirle el juego y ver qué pretendía ese hombre misterioso.
Con evidente renuencia, Sadie cogió los cubiertos y comenzó a comer. Sin embargo, tras dos bocados, se dio cuenta de que no podía obligarse a tragar otro bocado.
Con un gesto decidido, dejó el cuchillo y el tenedor sobre la mesa, y el sonido resonó como su determinación.
Su mirada se volvió de acero al encontrarse con los ojos de Emerson. —Usted primero. Fuera cual fuera el juego al que estuviera jugando, Sadie sabía que debía permanecer alerta, sin bajar la guardia ni un solo instante.
Emerson echó un vistazo a su plato, apenas tocado, y luego dejó a un lado sus cubiertos en silencio.
Un suspiro de cansancio se le escapó. —Los jóvenes siempre son tan precipitados… No es bueno apresurar las cosas así.
A pesar de su leve reprimenda, en cuanto captó la mirada inquieta de Sadie, cedió.
Se levantó, con un destello de ternura en el rostro. —Está bien. Sígueme.
Se dirigieron hacia la puerta, pero a mitad de camino, Emerson se detuvo bruscamente.
Se giró, y su alta figura bloqueó la mayor parte de la luz de la puerta. Una expresión complicada se dibujó en su rostro mientras preguntaba: «Sadie, ¿cuántos años tienes? ¿Tienes hijos?».
.
.
.