El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1311
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Capítulo 1311:
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No había ni rastro de humor en la respuesta de Noah. Su voz era baja y tensa por la preocupación. «Sadie ha desaparecido. Un camarero dijo que se dirigió hacia la zona del salón, pero no la encuentro».
La habitual alegría de Blaine se desvaneció en un instante al darse cuenta de la gravedad de la situación.
Comprendiendo la gravedad de la situación, Blaine asintió enérgicamente. «Mantén la calma. Voy a pedir que revisen las cámaras de seguridad inmediatamente». No perdió tiempo y se movió con rapidez para poner todo en marcha. Noah permaneció paralizado, con la ansiedad retorciéndole las entrañas mientras esperaba noticias.
En cuestión de minutos, Blaine llamó, con voz cargada de preocupación. —Noah, prepárate. Las cámaras de seguridad han captado a Sadie saliendo con un desconocido enmascarado. Es alto, intimidante, y se han marchado en un coche negro sin matrícula, en dirección a las afueras de la ciudad. ¿Un desconocido enmascarado? Ese detalle le golpeó como un mazazo.
Una profunda mueca de preocupación se dibujó en el rostro de Noah mientras un escalofrío le recorría la espalda. Todas las oscuras sospechas que había albergado parecían ahora reales, y el peor de los escenarios se le presentaba ante sus ojos. Los pensamientos se agolpaban en su mente, cada uno más angustiante que el anterior.
En ese momento, su teléfono vibró, sacándolo de sus pensamientos en espiral. En la pantalla había un mensaje de un remitente desconocido:
«El Tigre Blanco de la Manada de Lobos ha vuelto a la ciudad. Acabo de recibir la noticia. Mantente alerta».
Debajo de las palabras, apareció una foto en la pantalla. Aunque el fondo estaba borroso, parecía haber sido tomada en un aeropuerto o una estación. Una figura alta con una brillante máscara de tigre plateada dominaba el encuadre, caminando con pasos poderosos y decididos. Aunque solo se veía una silueta y un perfil parcial, la imagen transmitía una presencia inequívocamente fría y autoritaria.
Noah entrecerró los ojos mientras comparaba la figura enmascarada de la foto con la descripción que Blaine había dado a partir de las cámaras de vigilancia. Todos los detalles coincidían: la complexión imponente, la altura y esa máscara inconfundible. El hombre que se había llevado a Sadie era el mismísimo Tigre Blanco.
La noticia fue un duro golpe. Sadie había caído en manos de la Manada, una brutal organización criminal conocida por su violencia y por infundir miedo.
La furia se apoderó de Noah, ardiente e incontrolable.
Apretó el teléfono con fuerza, los nudillos se le pusieron blancos y las venas se le tensaron por la rabia que apenas podía contener.
Nadie tocaba a Sadie y salía ileso.
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No habría piedad, no esta vez.
Cada músculo de su cuerpo temblaba con el impulso de actuar.
¿Cómo se atrevían?
La audacia de su acto lo dejó temblando.
Pero entonces, los recuerdos de las imágenes de las cámaras de vigilancia se colaron en su mente. Sadie se había alejado voluntariamente, con pasos tranquilos junto al desconocido enmascarado. Por un instante, la confusión sustituyó a la rabia. ¿Qué estaba pasando realmente? ¿Había alguna conexión entre Sadie y el Tigre Blanco de la Manada de Lobos, o la habían obligado a hacerlo por circunstancias que aún no podía comprender?
Las preguntas se agolpaban en su mente, pero se obligó a concentrarse.
Tras recuperar el aliento, Noah envió un mensaje rápido a la persona que le había enviado la foto de White Tiger: «White Tiger tiene a Sadie».
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