El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1306
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Capítulo 1306:
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Actuando como si nada le molestara, Blaine se enderezó y salió, con pasos mesurados, hasta que finalmente abandonó Eastwood Manor. Esta vez se marchaba para siempre. Incluso mientras se alejaba de la finca, la imagen del gerente sudando y temblando seguía vívida en su mente. Una cosa estaba clara: Eastwood Manor ocultaba mucho más de lo que dejaba entrever.
Al llegar a su coche, aparcado en la acera, Blaine se acomodó en el asiento del conductor. Un guardaespaldas se acercó a la ventanilla con expresión preocupada. —Señor Castro, ¿qué hacemos ahora?
Dentro del coche, la confianza habitual de Blaine dio paso a una profunda preocupación. Se volvió hacia su guardaespaldas y le dijo con firmeza: «Investiga todo lo que me ha dicho el administrador. Verifica las afirmaciones sobre el despido del personal y el supuesto incendio en los archivos. Quiero respuestas reales, no excusas».
Nada en el comportamiento del gerente le había parecido normal, y sus nerviosas mentiras eran dolorosamente obvias. La forma en que se enredaba al contar la historia solo convenció a Blaine de que se estaba ocultando algo en Eastwood Manor. Decidió que no descansaría hasta descubrir todos los secretos que escondía la finca.
Después de un momento, Blaine añadió: «Iré a la comisaría cerca de Eastwood Mountain. Sutton murió en esa mansión hace seis meses, así que los expedientes del caso aún deben existir». Se negaba a creer que la gente pudiera desaparecer sin dejar rastro.
Su guardaespaldas asintió respetuosamente. —Entendido, señor Castro.
Con eso, Blaine pisó el acelerador y su elegante coche deportivo rugió por la sinuosa carretera de montaña.
De vuelta en Eastwood Manor, otro discreto vehículo negro llegó sin llamar la atención. Una ventanilla tintada se bajó para dejar ver a Beal, con expresión impenetrable y mirada aguda mientras observaba cómo desaparecía el deportivo. El timing había jugado a su favor. Ya se había asegurado la cooperación del gerente con un generoso soborno y una cuidadosa presión. Sin esos preparativos, el encuentro de hoy podría haber salido de control.
La mayoría de la gente consideraba a Blaine un playboy rico, pero pocos podían igualar su instinto. Había estado a punto de descubrir la verdad. Para Beal, atar todos los cabos sueltos nunca había sido tan urgente.
En Myrtlewood Estate, Noah entró por la puerta, cansado tras un largo día en la oficina.
Sadie lo recibió con silenciosa determinación y lo condujo al estudio, donde inmediatamente giró la pantalla del ordenador hacia él. En el monitor había archivos de la vieja memoria USB de su madre: el trabajo de toda su vida al descubierto.
Un pesado silencio se apoderó de ellos mientras asimilaban la gravedad de lo que veían. Eran datos que podían cambiarlo todo. Si esos archivos caían en manos peligrosas, especialmente en las de un grupo como la Manada, sería catastrófico. De repente, Sadie comprendió el verdadero precio de los sacrificios y el secretismo de su madre. No se trataba de una simple investigación científica, sino que tenía el poder de salvar o destruir innumerables vidas.
Atrapada en una tormenta de preocupación y confusión, Sadie sintió el peso de la lucha de su madre presionándola, recordando con qué ferocidad había sido guardada aquella pequeña perla falsa. Noah extendió la mano y rodeó con sus cálidos dedos los fríos de ella. —Sadie, estoy aquí contigo —dijo con suavidad, ofreciéndole consuelo en medio del caos.
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Sadie asintió lentamente, con una mezcla de agotamiento y determinación en el rostro. El silencio en el estudio se hizo aún más denso mientras contemplaban lo que estaba en juego.
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