El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1304
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Capítulo 1304:
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Una nueva luz brilló en los ojos de Beal mientras la estudiaba, y la curiosidad se impuso al escepticismo. Al percibir su cambio de humor, Hailey siguió adelante. «Dime tus condiciones. Si estás dispuesto a ayudar, aceptaré lo que me pidas». No veía otra salida.
Las sospechas de Alex crecían día a día, y ahora Noah estaba reabriendo el caso de Sutton. Si sus secretos salían a la luz, ella y Salex no tendrían dónde esconderse.
Beal no dijo nada al principio, observándola con una mirada complicada, dividido entre la cautela y la intriga. Durante una fracción de segundo, dudó: esto estaba muy por encima de su nivel, era el tipo de asunto que solo Humphrey podía manejar. Aun así, no estaba dispuesto a comprometerse sin más información.
—Quizá pueda ayudar —dijo por fin, con voz plana e indescifrable—. Pero tendrás que contármelo todo, sin ocultar nada.
Una tormenta de dudas se apoderó del rostro de Hailey, pero su determinación se solidificó casi al instante.
Acorralada, Hailey se dio cuenta de que la confianza era su única arma. —Sutton y yo estuvimos juntos —admitió, revelando por fin una verdad que había ocultado durante años.
Beal entrecerró los ojos y una expresión de sorpresa se dibujó en su rostro. Aquella revelación lo pilló completamente desprevenido. De repente, tenía todo el sentido del mundo que Hailey supiera tantas cosas.
Ella siguió adelante, arrastrando las palabras como si se tratara de una confesión bajo coacción. «Fui yo quien mató a Sutton y tendí una trampa a Sadie». Levantó la barbilla y clavó una mirada salvaje en Beal. «Salex no es hijo de Noah. Sutton es su verdadero padre».
Esa revelación estalló en la habitación, dejando a Beal momentáneamente sin habla. Ni en sus conjeturas más descabelladas había imaginado que la verdad pudiera ser tan explosiva. Rápidamente se dio cuenta de lo calculadora y despiadada que podía ser Hailey: asesinato, traición, engaño sobre la paternidad de su hijo… Lo había conseguido todo sin mostrar ni una pizca de remordimiento.
Por primera vez, Beal consideró a Hailey como algo más que un simple peón. Con esa astucia y ese conocimiento privilegiado, podía convertirse en una herramienta invaluable, si se la mantenía bajo control. En silencio, salió de la habitación, con la expresión impasible, aunque sus pensamientos se agolpaban con nuevas posibilidades. Contactar con Humphrey pasó a ser su máxima prioridad.
En un callejón sombrío, un sedán negro anodino estaba parado, con el motor en marcha. Beal se deslizó en el asiento del pasajero y saludó al hombre que estaba dentro. —Sr. Perry.
Beal repitió todos los detalles que Hailey le había confesado: la reapertura de la investigación sobre la muerte de Sutton, la historia de ella con Sutton, cómo lo había matado y culpado a Sadie, y la verdad más sorprendente de todas: quién era el verdadero padre biológico de Salex.
Un silencio opresivo llenó el coche. Desde las sombras del asiento trasero, una risa débil y escalofriante rompió la quietud. Humphrey se inclinó hacia delante, de modo que las luces de la calle dibujaban líneas duras en su rostro. Su sonrisa titilaba con amenaza, con un brillo peligroso que bullía justo debajo de la superficie. Alex había vivido con la certeza de que la sangre de Noah le daba poder sobre el Wall Group, confiado en que nada podía hacer tambalear su dominio. Ridículo. Resultó que el chico no era hijo de Noah, y Hailey había conseguido darle la vuelta a la tortilla de una forma que él nunca habría imaginado.
Una sonrisa siniestra se dibujó en los labios de Humphrey mientras un plan perfecto comenzaba a formarse en su mente. Nada le atraía más que la ruina de Alex; casi podía saborear su dulzura. —Déjala creer que vamos a hacer lo que ella quiera —dijo—. Prométele favores si es necesario. Quiero que se convierta en nuestro arma más despiadada, y quiero que sea ella misma quien lo elija.
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