El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1303
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Capítulo 1303:
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Tras pensarlo un momento, Hailey se dirigió a la puerta con renovada determinación. «Necesito hablar con el asistente del Sr. Howe, Beal Martin».
Los guardias apostados fuera la miraron con recelo. «¿Qué asunto le lleva con el Sr. Martin, Sra. Burgess?».
Hailey dejó que una pizca de preocupación maternal se reflejara en su rostro. «Salex necesita varios artículos. Espero que el Sr. Martin pueda encargarse de comprarlos».
Los guardias intercambiaron una mirada significativa. Entonces, uno de ellos, recordando las órdenes explícitas de Alex de atender todas las peticiones de Hailey y Salex, especialmente las relacionadas con el niño, asintió con la cabeza. «Denos un momento». Se dio la vuelta y desapareció por el pasillo.
En cuestión de minutos, Beal apareció en la puerta. Tenía el rostro tallado en piedra, aunque sus ojos ardían con una intensidad sospechosa. Lo reconoció al instante: era la misma mujer que había intentado sacarle información anteriormente, ganándose una severa advertencia. Ahora lo había convocado con descaro a su presencia. ¿Qué plan se estaba gestando en su mente desesperada?
En cuanto lo vio, Hailey fue directa al grano. —¿Quién más maneja tus hilos, aparte de Alex?
La mirada de Beal se agudizó como dos dagas y su expresión se llenó de furia ártica. La mujer insensata había ignorado por completo su amenaza anterior. Esa criatura imprudente poseía un valor extraordinario o una estupidez asombrosa.
Una promesa letal brilló en sus ojos entrecerrados como un relámpago en una nube tormentosa. Hailey parecía ajena al cambio mortal en su actitud. —Te propongo una alianza —declaró, y luego bajó la voz a un susurro conspirador—. Con quienquiera que sea a quien le debas tu verdadera lealtad.
Una risa áspera brotó de la garganta de Beal, rebosante de desprecio. ¿Esta prisionera creía que tenía algún poder de negociación? Apenas podía garantizar su propia supervivencia, ¿qué activos podía ofrecer? La ilusión era absurda.
El color se borró de las mejillas de Hailey bajo su mirada fulminante. Como heredera de la familia Burgess, rara vez había enfrentado una falta de respeto tan flagrante en su privilegiada vida. Se mordió el labio inferior, luchando por contener la rabia que hervía en su interior.
—Llevo la sangre de la familia Burgess en mis venas —dijo entre dientes—. El nombre Burgess inspira respeto entre la élite más poderosa de Zupren.
Hailey esperaba que invocar el influyente nombre de su familia inclinara la balanza a su favor. En cambio, la sonrisa de Beal se hizo más profunda y sus ojos brillaron con diversión. Familia Burgess o no, ¿qué más daba? Independientemente de su estatus, seguía siendo una prisionera en manos de Alex, despojada de toda autonomía real. Beal supuso que ella esperaba que alguien lo arriesgara todo para rescatarla.
—Ni lo sueñes —dijo sin dudar—. Alex tiene ojos en todas partes. Si intentáramos sacarte de aquí, estaríamos firmando nuestra sentencia de muerte.
Hailey frunció el ceño brevemente, pero luego una pizca de comprensión suavizó sus rasgos. —No te estoy pidiendo que me rescates.
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Beal arqueó las cejas, sorprendido. Si no era eso, ¿qué quería?
Hailey se inclinó hacia delante y bajó la voz para soltar la verdadera bomba. —Noah está investigando la muerte de Sutton.
Por fin, la expresión de Beal cambió, claramente impactado por la noticia. La muerte de Sutton era un caso cerrado desde hacía medio año, ¿por qué Noah quería reabrirlo ahora? Algo oculto bajo la superficie debía estar motivando este renovado interés. Y el hecho de que Hailey eligiera ese momento para mencionarlo no era una coincidencia.
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