El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1290
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Capítulo XXX:
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La quietud se hizo más densa a su alrededor, el silencio los oprimía por ambos lados. Sin fanfarria, Noah tomó una botella de una caja entreabierta y le quitó el tapón con facilidad. Primero se sirvió su propio vaso y luego llenó el de Blaine. El suave chapoteo del líquido fue el único sonido que rompió la tensión. —Aún no hemos encontrado ni una sola pista —comentó Noah, con voz firme, pero cada palabra sonaba como un golpe.
Un repentino escalofrío recorrió el cuerpo de Blaine al oír la noticia. Lentamente, levantó la cabeza, con los ojos inyectados en sangre y llenos de agonía y derrota.
Sus labios se crisparon al intentar sonreír, pero solo consiguió una mueca, y su voz salió ronca, áspera y quebrada. —Pistas, eh… No importa. Todo es culpa mía. Todo. —Sin previo aviso, Blaine se abofeteó la mejilla, y el sonido seco rompió el silencio de la orilla del río.
La culpa brotó de sus labios en un torrente desesperado. «No debería haber dejado que Tina viniera aquí sola. Si me hubiera dado cuenta antes, si me hubiera quedado con ella… nada de esto habría pasado. Es culpa mía. Todo». El arrepentimiento pesaba en cada palabra mientras sus puños temblaban a los lados.
Donde antes había habido alegría, ahora solo quedaba un frágil caparazón de lo que había sido, perdido y derrotado. Noah dio un paso atrás, dejándole espacio y observando en silencio mientras su dolor seguía su curso. Las palabras de consuelo sonarían huecas en ese momento: Blaine tenía que desahogar su dolor antes de que pudiera comenzar la curación.
Finalmente, los sollozos se calmaron y fueron sustituidos por respiraciones profundas y entrecortadas. Fue entonces cuando Noah habló, con su voz tranquila de siempre. —¿Tina se ha cruzado últimamente con alguien que pudiera querer hacerle daño? La pregunta cayó como una descarga, sacando a Blaine de su espiral descendente.
Blaine levantó la cabeza y la confusión se reflejó en sus ojos inyectados en sangre antes de que se diera cuenta de lo que estaba pasando. De repente, el recuerdo lo golpeó: su extraña reacción alérgica y el repentino desmayo de hacía algún tiempo. Había pasado tan rápido como había llegado, dejando incluso a los médicos desconcertados. En ese momento, lo había descartado como algo sin importancia, como si se hubiera tragado algo por accidente, y nunca lo había investigado más a fondo. Pero ahora se daba cuenta de que apenas había abierto los ojos en el hospital cuando le dieron la noticia de la muerte de Tina.
El último mensaje de Tina mencionaba a Malcolm y Nirvana, y esas palabras aún resonaban en su memoria. Nirvana estaba bajo el control de Alex.
Malcolm era el mismo hombre que se había enfrentado a él en aquella tensa junta de accionistas, solo para recibir una invitación privada de Alex poco después. Solo pensar en Alex le provocaba un escalofrío a Blaine.
Siempre había visto a Alex como un rival por el afecto de Sadie, pero nunca sospechó que bajo esos modales refinados se escondía algo tan oscuro. Supongamos que la alergia no fue un accidente fortuito, supongamos que fue intencionada. ¿Significaría eso que la muerte de Tina fue deliberada?
La conmoción le quitó el color a la cara de Blaine. Le temblaban los labios y se le atragantaban las palabras en la garganta. Se volvió hacia Noah, con la mirada nublada por el terror y el cuerpo oprimido por el miedo. Una confesión flotaba en sus labios, pero no se atrevía a pronunciarla.
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Noah, al notar el cambio en la expresión de Blaine, se inclinó hacia él, con preocupación grabada en el ceño. —¿Pasa algo? —preguntó.
Blaine suspiró, como si intentara expulsar la ansiedad en un solo aliento, y se pasó una mano cansada por la frente. Su voz sonó áspera cuando habló. —Es un lío complicado, pero te diré una cosa: hay algo muy raro en Alex.
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