El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1289
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Capítulo 1289:
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La conmoción inundó la mente de Sadie, dejando todo dando vueltas. El río donde se descubrió el cuerpo de Tina… ¿Qué motivo podría tener Blaine para estar allí?
Una pesada sensación de temor se apoderó de ella, apretándola cada vez más con cada segundo que pasaba. Su voz temblaba cuando dijo: «No lo pierdas de vista. Voy para allá». El volumen de su voz aumentó a medida que el pánico la abrumaba.
Al colgar, Sadie sintió que las fuerzas la abandonaban y que el color se le escapaba de las mejillas. Noah, que la había estado observando atentamente, se percató de cada matiz de su reacción. El silencio se extendió entre ellos mientras ella guardaba el teléfono en el bolsillo; él no necesitaba preguntar qué había pasado. Los neumáticos chirriaron cuando el sedán negro dio la vuelta y Noah pisó el acelerador, regresando a toda velocidad por la carretera que acababan de recorrer.
Treinta minutos más tarde, el sedán negro avanzaba a toda velocidad por la carretera junto al río, con las ruedas levantando guijarros al chirriar hasta detenerse. Antes de que el coche se detuviera, Sadie abrió la puerta de un tirón y salió tambaleándose al suelo embarrado. El terror le retumbaba en el pecho, y cada latido era tan fuerte que pensó que el corazón se le saldría por la boca.
Por favor, cualquier cosa menos lo peor, suplicó en silencio, con el miedo arañándole la determinación.
La cinta policial aún marcaba la orilla del río, aunque la multitud y los flashes de las cámaras habían desaparecido hacía tiempo, dejando solo a unos pocos guardaespaldas de pie, en silencio. La mirada frenética de Sadie recorrió la costa, buscando cualquier señal de Blaine.
Por fin lo vio: una figura solitaria acurrucada en un rincón tranquilo. Blaine estaba sentado de espaldas a ella, con botellas de licor vacías esparcidas a su alrededor, perdido en su mundo. Estaba encorvado, todo su cuerpo temblaba con una silenciosa miseria y una profunda pérdida que parecía devorarlo por completo.
Sadie sintió un gran alivio al verlo con vida, aunque el dolor y el alcohol lo mantuvieran apenas con vida. Verlo con vida era todo lo que necesitaba: su corazón por fin podía relajarse. Un tembloroso suspiro escapó de sus labios, mezclado con gratitud y una ansiedad persistente, mientras daba un vacilante paso hacia adelante.
Antes de que pudiera avanzar más, una mano firme y reconfortante se cerró alrededor de su brazo. Miró a Noah, gentil pero inquebrantable, con confusión en la mirada mientras buscaba respuestas en su rostro.
Un sutil movimiento de cabeza y una mirada tranquila y pensativa le dijeron todo lo que necesitaba saber: Noah le pedía paciencia, le pedía que esperara. Sentía su impulso de acercarse, pero sabía que Blaine necesitaba algo diferente en ese momento. Ciertos tipos de angustia solo podían aliviarse con la presencia de otro hombre. —Déjame encargarme de esto —dijo Noah en voz baja, con un tono suave y decidido, sin dejar lugar a dudas.
Mientras Sadie observaba la firmeza de su mandíbula y la mirada fija en sus ojos, una tranquila calidez se apoderó de su pecho. Durante un instante, se quedó indecisa, antes de finalmente asentir en silencio con la cabeza. Algo en lo más profundo de su ser admitía que el instinto de Noah podría ser lo más acertado. Quizás los hombres realmente tenían su propio lenguaje tácito para momentos como este.
Dirigió otra mirada ansiosa a Blaine, encogido y temblando por el frío de la mañana, con la figura casi engullida por la pena. Sadie apartó la mirada con esfuerzo y se dio la vuelta para entrar en el Nirvana, que estaba cerca. Las respuestas tenían que estar escondidas en algún lugar entre aquellas paredes, las pistas sobre la tragedia de Tina y la manipulación de las cámaras de vigilancia que aún la atormentaban.
𝐜𝐨𝐧𝐭𝐞𝐧𝐢𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐩𝐢𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 ɴσνєʟα𝓈𝟜ƒαɴ.𝓬ø𝓶
Sadie desapareció por la puerta de Nirvana, dejando a Noah solo con Blaine. Se acercó hasta situarse junto al hombre afligido y le dio una suave palmada en el hombro como gesto silencioso de apoyo. Blaine permaneció inmóvil, como esculpido por el dolor y el arrepentimiento.
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