El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1272
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Capítulo 1272:
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Noah bajó la mirada, ocultando la ira que bullía bajo la superficie.
La Manada del Lobo no había dejado más que devastación a su paso, destruyendo incluso a la familia Lawson, uno de los mayores apoyos del Instituto de Investigación NE.
Si alguna vez se enteraban de que Sadie era la hija de Brenda, no se sabía qué podrían llegar a hacer.
Noah no podía arriesgarse a que llegaran hasta ella.
Levantó la vista, con la determinación endurecida en los ojos.
—Si tú también vas tras la Manada, ¿por qué no unimos fuerzas? —sugirió.
Hurst miró a Noah con interés ante su propuesta. —Te escucho, señor Wall. ¿Cuál es tu plan?
Una hora más tarde, Sadie abrió lentamente los ojos.
Un dolor sordo le latía en la nuca, haciéndola estremecerse instintivamente.
Su memoria se apresuró a llenar los vacíos antes de que todo se oscureciera.
¡Y entonces lo recordó! ¡Era Hurst!
Él la había golpeado, dejándola inconsciente, justo cuando sus emociones estaban a flor de piel, pillándola desprevenida mientras ella estaba desesperada por descubrir la verdad.
¡Ese imbécil!
Sadie se incorporó de un salto, pero el movimiento brusco le provocó un dolor agudo en el cuello y la dejó sin aliento.
Una rápida mirada alrededor de la habitación le reveló que estaba sola. Noah y Hurst no estaban por ninguna parte.
¿Dónde se habían metido?
Apoyándose en la pared para sostenerse, Sadie se obligó a ponerse de pie y se arrastró hacia la puerta, con las piernas aún temblorosas.
La energía nerviosa corría por sus venas.
¿Habían encontrado algo y habían decidido mantenerla en la ignorancia? Cuando abrió la puerta y empezó a salir, chocó de frente con el pecho de alguien, cálido e inflexible.
Sobresaltada, Sadie dio un paso atrás y levantó la vista para ver quién era. Noah estaba delante de ella, con el rostro aún un poco pálido, pero con la mirada fija y firme. No había nadie más. Sadie solo veía a Noah.
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—¿Dónde está Hurst? ¿Por qué no está aquí? —preguntó.
Noah extendió la mano y le acarició suavemente la mejilla.
Su contacto irradiaba calidez, calmando sus nervios.
—Se ha ido. Sadie, confía en mí. Dame un poco de tiempo y me encargaré de todo, ¿de acuerdo?
Sadie abrió la boca, con preguntas y ansiedades revoloteando en su interior. Quería preguntarle por la manada, por Hurst, por el misterio que rodeaba a sus padres.
Sin embargo, antes de que pudiera pronunciar una sola palabra, Noah la rodeó con sus brazos y la abrazó con fuerza.
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