El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1264
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Capítulo 1264:
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No tenía sentido.
Se volvió hacia Blaine, sus miradas se cruzaron y ambos pensaron lo mismo.
«¡Voy a averiguarlo!». Tina no podía quedarse quieta ni un segundo más.
Saltó de su asiento y salió corriendo de la habitación, con el corazón latiendo tan fuerte que parecía que le iba a romper las costillas.
Rezó para que su intuición estuviera equivocada.
Sus zapatos resonaban con fuerza en el pasillo mientras corría de un lado a otro, buscando cualquier rastro de Hurst o Lenny.
Pero el piso estaba desierto, inquietantemente desierto.
Justo cuando el pánico estaba a punto de consumirla, la puerta de la salida de incendios se abrió con un chirrido metálico.
Hurst salió con una indiferencia exasperante, con una mano metida en el bolsillo del abrigo y el rostro marcado por la irritación más que por la sorpresa.
Tina contuvo el aliento. Corrió hacia él.
—¡Dr. Lawson! —Se interpuso en su camino, con urgencia en su voz—. ¿Dónde está el Dr. Holland? ¿Adónde ha ido?
Hurst la miró fijamente, con una expresión indescifrable, como si estuviera debatiéndose entre compadecerse de ella o despreciarla.
Ella realmente no tenía ni idea. En su mente, él no solo estaba salvando vidas, sino que estaba cuidando a unos idiotas.
Y ahora, Tina le exigía respuestas que no sabría qué hacer con ellas aunque se las sirviera en bandeja de plata. Suspiró y negó ligeramente con la cabeza.
—Está muerto —dijo Hurst con tono seco, señalando la escalera de incendios con un gesto indolente de la mano—. Intentó huir. Resbaló en las escaleras. Se rompió el cuello. Ahora está ahí abajo.
Una punzada de terror atravesó el pecho de Tina.
¿Lenny… muerto?
Corrió hacia la escalera de incendios y empujó la puerta. La tenue luz proyectaba largas sombras en la escalera y, al fondo, vio una figura inmóvil, encogida en la oscuridad.
Una ola de frío la recorrió, dejándola clavada en el sitio.
Maldita sea.
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Con Lenny muerto, su única oportunidad de obtener una confesión directa se esfumó con él.
No habría más testimonios. No habría más pruebas concretas que revelaran quién había orquestado todo entre bastidores.
Pero el nombre de Alex resonaba como un tambor en la mente de Tina.
No. Algo en todo esto le parecía demasiado conveniente, demasiado perfecto.
Volviendo a concentrarse, se armó de valor.
No podía rendirse ahora.
Si Lenny realmente había actuado siguiendo las órdenes de Alex, tenía que haber algún rastro: dinero, favores, alguna transacción oculta que los conectara.
Si podía seguir ese hilo, tal vez la llevaría a la verdad.
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