El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1259
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Capítulo 1259:
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—Señora Delgado, ¿quién es este caballero? —Lenny carraspeó, con una voz que apenas ocultaba su recelo.
Tina se acercó rápidamente a la cama de Blaine, con el rostro marcado por la preocupación mientras observaba su pálida figura. Pasaron varios latidos antes de que levantara los ojos para encontrar la mirada de Lenny. —Dr. Holland, le presento al Dr. Lawson. La Sra. Hudson ha solicitado personalmente su consulta sobre el caso del Sr. Castro.
¿Sadie lo había organizado personalmente? Lenny se quedó pálido y el corazón le latía con fuerza contra el pecho. ¿Qué podía haber llevado a Sadie a involucrar de repente a un médico externo? ¿Había descubierto algo? Luchando por reprimir el pánico que amenazaba con abrumarlo, Lenny esbozó una sonrisa forzada y dio un paso adelante.
—Sra. Delgado, me temo que este arreglo me parece bastante irregular, ¿no le parece? El estado del Sr. Castro se ha estabilizado bajo nuestros cuidados y nuestro protocolo de tratamiento ha dado resultados consistentes en todo momento.
Su estancia. Introducir a un consultor externo sin la debida coordinación hospitalaria podría crear complicaciones…». Su voz se apagó mientras un sudor frío le recorría la espalda. Bajo ninguna circunstancia podía permitir que nadie examinara a Blaine a fondo. Si lo descubrían, todo se echaría a perder. Años de esfuerzos minuciosos podrían desmoronarse en un instante.
Tina ya se había dado cuenta de su evidente ansiedad y actitud defensiva. La duda se cruzó por su mente brevemente, pero el recuerdo de las claras instrucciones de Sadie y el tratamiento casi milagroso de Hurst con Noah la reafirmaron en su decisión. —Dr. Holland, no hay motivo para preocuparse. El Dr. Lawson solo está aquí para una consulta. Su evaluación no interrumpirá ninguno de sus tratamientos en curso. Además, esta solicitud proviene de nosotros, la familia del paciente».
Hurst permaneció en silencio durante todo el tenso intercambio, con sus agudos ojos absorbiendo cada detalle. Primero, estudió la figura inmóvil de Blaine en la cama del hospital, luego su mirada se desplazó al pánico que Lenny apenas lograba contener. Las cosas estaban a punto de ponerse muy interesantes.
Hurst cruzó la habitación con paso seguro, sin prestar atención a la mirada asesina que Lenny le clavaba en la espalda. Estudió las lecturas del monitor con interés casual antes de levantar los párpados de Blaine para realizar una breve inspección. Sus dedos encontraron primero la muñeca del paciente y luego se desplazaron para comprobar el pulso en el cuello.
Todos sus movimientos parecían relajados y sin prisas, pero había una precisión inconfundible en su examen que delataba su auténtica experiencia. El sudor comenzó a formarse en la línea del cabello de Lenny mientras observaba desde un lado. Su pulso latía tan fuerte que estaba seguro de que todos podían oírlo. Cada respiración era superficial y forzada mientras observaba la inspección aparentemente casual de Hurst, temiendo el momento en que pudiera descubrir algo.
¿Quién era ese hombre? ¿Qué tipo de médico utilizaba técnicas de examen tan poco ortodoxas? Lenny rezaba en silencio, rogando que Hurst no encontrara nada sospechoso.
De repente, los dedos de Hurst se detuvieron en la garganta de Blaine y sus cejas se levantaron ligeramente. Retiró la mano y dejó que su mirada vagara por la sala estéril hasta posarse en un paquete de agujas de acupuntura que descansaba en un carro médico cercano.
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Sin dudarlo, tomó una de las finas agujas plateadas y comenzó a girarla entre sus dedos con destreza. La aguja bailaba en su mano, girando con una precisión tan fluida que parecía casi encantada.
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