El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1247
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1247:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Mientras tanto, Malcolm siguió las instrucciones, sentándose en el sofá y esbozando una sonrisa servil en su rostro.
«Entonces, señor Howe, ¿qué sigue? Solo denme la señal». Sus manos ansiosas se frotaban entre sí, y su mirada delataba su ansia por más. «¿Arreglarán para que me reúnas con el chico, Salex?». Este niño tenía la clave de todo su plan.
Ver a Salex de cerca calmaría los nervios de Malcolm y le permitiría seguir adelante con confianza.
La sospecha nunca abandonaba la mente de Malcolm: tratar con Alex siempre era como navegar por un laberinto. Sabía que debía permanecer alerta.
Una sonrisa astuta e indescifrable se dibujó en los labios de Alex al oír la petición, pero sus ojos se volvieron gélidos. —¿Pasa algo, señor Pierce? ¿O es que no confía en mí?
Nadie se acercaba a Salex tan fácilmente. Para Alex, el chico era su mejor baza.
Malcolm, tan perspicaz como siempre, estaba claramente tramando algo.
Pasó un momento incómodo antes de que Malcolm soltara una risa seca. —En absoluto, señor Howe. Solo quiero asegurarme de que cubrimos todos los detalles.
Una nueva oleada de cautela lo invadió: Alex era peligroso e imposible de predecir.
Era evidente que cualquier esperanza de ver al chico hoy se había desvanecido.
Aun así, Malcolm decidió que, mientras pudieran derribar a Noah y dividir los activos de Wall Group, la apuesta merecía la pena. Una burla silenciosa de Alex cerró el tema definitivamente.
—No hay nada de qué preocuparse. Salex es demasiado joven para estas presentaciones —dijo Alex, descartando la idea con un simple gesto.
Sin perder el ritmo, cambió de tema. —Ahora, ¿qué hay de nuevo con esos accionistas?
Al darse cuenta de que le habían dado largas, Malcolm apretó los dientes en silencio.
Aun así, se obligó a adoptar un tono alegre. —Todo está bajo control. Aunque esos viejos testarudos causen problemas, solo apuntarán a Wall Group. Nadie mira en mi dirección.
Los accionistas con los que Malcolm supuestamente había trabajado no eran más que piezas de ajedrez, carne de cañón para el caos dentro del Wall Group, diseñados para mantener a Sadie y Noah ocupados y desequilibrados.
Una mirada afilada de Alex advirtió a Malcolm que no se pasara, fría y cortante. Podía utilizar a Malcolm cuando lo necesitara, pero no toleraría ni una sola amenaza a la seguridad de Sadie.
Un escalofrío recorrió a Malcolm mientras la amenaza tácita de Alex flotaba en el aire.
Entendiendo exactamente lo que Alex esperaba, Malcolm se golpeó el pecho, ansioso por tranquilizarlo. —Por favor, señor Howe, tiene mi garantía. Nada de esto afectará a la señorita Hudson. Tiene mi palabra.
El afecto de Alex por Sadie era evidente, pero a Malcolm no le importaban los sentimientos del hombre: su único interés era el beneficio personal.
Intuyendo que la reunión había llegado a su fin, Malcolm se inclinó cortésmente. —Se está haciendo tarde. Me marcharé ya, señor Howe. Alex no dijo ni una palabra. En su lugar, levantó la taza de café y saboreó un sorbo lento y deliberado.
.
.
.