El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1239
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Capítulo 1239:
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Los resultados de la búsqueda aparecieron rápidamente.
Instituto de Investigación NE: el principal centro de investigación farmacéutica de Zupren. O, mejor dicho, lo había sido. El instituto había cerrado hacía 17 años tras un supuesto caso de filtración. ¿Hace diecisiete años?
El mismo año en que la familia Hudson se sumió en el caos.
Sadie sintió un nudo en el pecho al empezar a encajar las piezas.
El misterioso trabajo de su madre, el instituto de investigación y la repentina caída de los Hudson…
No podía ser una coincidencia. Pero Noah era lo primero. Todo lo demás —las respuestas, las sospechas, el pasado— tendría que esperar.
Se recompuso, dejó la tableta a un lado con cuidado y respiró hondo para calmar los nervios.
Luego entró en la habitación del hospital.
Noah ya estaba profundamente dormido, con la respiración tranquila y uniforme, el rostro finalmente en reposo.
Sadie se quedó en la puerta, observándolo en silencio. Solo después de un largo rato se dio la vuelta y salió, cerrando la puerta suavemente tras de sí.
La mañana llegó rápidamente.
A las diez en punto, Hurst llegó por fin, desaliñado, bostezando, con ojeras que delataban una noche de insomnio.
Sadie frunció el ceño en cuanto lo vio.
¿Había estado tramando algo anoche?
La advertencia de Tina del día anterior resonó en su mente, reavivando la inquietud que había intentado silenciar con tanto esfuerzo.
Hurst, al percibir la mirada cautelosa que ella le dirigía, se estiró perezosamente, haciendo crujir las articulaciones con un coro de suaves chasquidos.
—No te preocupes —dijo con una sonrisa torcida, con un tono de voz arrogante, casi travieso—. Estoy listo.
Había algo inquietante en esa sonrisa, una mezcla de seguridad en sí mismo y picardía que parecía fuera de lugar en un día como ese.
Aun así, Sadie no tenía otra opción.
Se armó de valor, enterrando sus dudas bajo una frágil calma, y lo miró con tranquila determinación. —Cuento contigo.
La sonrisa se borró del rostro de Hurst. Por una vez, no respondió con una réplica ingeniosa.
Asintió solemnemente y se dirigió hacia el quirófano. La pesada puerta se cerró tras él con un golpe sordo y lento que resonó en la sala.
Sadie contuvo el aliento.
Un peso aplastante se posó sobre su pecho, apretándolo con cada segundo que pasaba.
Tres años atrás, Noah había sido enviado al Hospital Rosewood de Zupren por su propia madre.
Sadie había tenido que emplear todas sus fuerzas para traerlo de vuelta a casa.
¿Y ahora estaba a punto de perder a Noah de nuevo?
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