El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1221
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Capítulo 1221:
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Alzó la voz con una claridad cortante, cada sílaba atravesando la habitación como una navaja.
«Sadie está sola ahora. El momento no podría ser mejor. Si dejamos pasar esta oportunidad, puede que nunca tengamos otra».
Una oleada de emoción se agitó bajo las composiciones serias de los accionistas.
En realidad, por muy competente que fuera, Sadie seguía siendo una mujer sola.
Sin el poder de la familia Castro detrás de ella, ¿qué influencia le quedaba?
Intuyendo el cambio, Malcolm proyectó su voz con severa determinación. «Somos veteranos del mundo empresarial. ¿Vamos a seguir doblegándonos ante las órdenes de una niña? ¿Cómo mantendremos nuestra dignidad si continúa esta farsa?».
Sus palabras tocaron la fibra sensible: muchos de los miembros más antiguos apretaron la mandíbula.
Cada uno de ellos había sido una fuerza en sí mismo.
Sin embargo, allí estaban, bailando al son de los caprichos de alguien lo suficientemente joven como para ser su hija. Era una humillación que habían soportado durante demasiado tiempo.
Entonces, sin previo aviso, Malcolm golpeó con la palma de la mano la mesa de madera pulida. El impacto resonó en la sala como un redoble de tambores de guerra.
«Ha cruzado la línea al amenazarnos. No somos unos cobardes. ¡Hagamos que se arrepienta de habernos subestimado!».
Sus ojos de acero recorrieron la sala. —Que quede claro: voy a deshacerme de todas las acciones que tengo en Wall Group.
La declaración causó conmoción en toda la sala.
Incluso su asistente, que estaba de pie en silencio cerca de él, palideció con incredulidad.
Malcolm giró bruscamente la cabeza hacia el asistente, con los ojos brillantes.
«¿Qué haces ahí parado? ¡Hazlo inmediatamente!».
El asistente se sobresaltó ante la orden y le temblaban los labios. No se atrevió a preguntar nada.
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Malcolm no estaba bromeando: había tomado una decisión.
¿Vender todas sus acciones? Era una decisión arriesgada.
Sin embargo, desobedecer no era una opción.
El asistente bajó la mirada, ocultando el pánico en su expresión. Se detuvo solo un momento, luego se inclinó y respondió: «Enseguida, señor Pierce». Salió apresuradamente de la habitación, con los zapatos resonando en el suelo.
Los demás miembros de la junta directiva observaron la convicción de Malcolm y, con ella, sus dudas persistentes se desvanecieron.
Durante los últimos tres años, Sadie había utilizado su cargo de presidenta para reprimir abierta y encubiertamente a estos accionistas veteranos.
El resentimiento había estado latente bajo sus pulidas apariencias durante demasiado tiempo.
Ahora, con Malcolm liderando con valentía la revuelta, las dudas se desvanecieron.
Este podría ser el momento ideal para derrocar a Sadie.
Por supuesto, no eran tan ingenuos como para deshacerse de todas sus acciones.
¿Quién en su sano juicio renunciaría a una posición tan lucrativa en el Wall Group?
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