El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1217
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Capítulo 1217:
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Con el rostro pálido y los ojos muy abiertos, se miraron unos a otros, indecisos, desconcertados. Algunos parecían querer hablar, explicar, tal vez incluso suplicar.
Pero Sadie ya se había ido.
Tras ella, se hizo el silencio. Los asistentes y secretarios intercambiaron miradas inquietas y luego se apresuraron con temor en sus pechos, corriendo para dar la noticia a sus superiores.
De vuelta en la oficina del director general, todo había vuelto a la normalidad.
El escritorio estaba impecable. Las ventanas brillaban. El aire se sentía fresco y limpio.
Tina siguió a Sadie, y su anterior sensación de triunfo se desvaneció al tiempo que la inquietud se apoderaba de ella.
Ver el pánico en la sala de reuniones había sido satisfactorio, al principio.
Pero ahora, el peso de todo aquello recayó sobre ella.
Dudó y luego habló. —Sadie… si esos accionistas se sienten acorralados, ¿podrían tomar represalias vendiendo sus acciones?
Era una preocupación lógica. Esos accionistas veteranos llevaban años ejerciendo su influencia. Sus acciones no eran pequeñas.
Sadie se colocó detrás de su escritorio, con expresión serena. Se sentó y esbozó una sonrisa tranquila y firme.
«Eso solo nos beneficiaría a nosotros». Sus ojos captaron la luz, agudos, concentrados, imperturbables.
Ya no era la mujer inexperta que había sido.
Sin dudarlo, le dio instrucciones claras a Tina.
«Si alguno de esos accionistas decide vender sus acciones, las compramos. Inmediatamente. Asegura todo lo que esté disponible». Su voz era tranquila, pero su intención era absoluta.
Era mejor eliminar la inestabilidad rápidamente, de forma limpia.
La mejor manera de proteger la empresa era mantener la propiedad en sus manos.
Tina lo entendió al instante.
Ese había sido el plan de Sadie desde el principio.
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No estaba reaccionando, sino actuando con intención, aprovechando el momento para recuperar el control total de Wall Group.
Tina se enderezó, y sus preocupaciones anteriores dieron paso a la admiración. «Entendido. Me pondré a ello de inmediato».
Se dio la vuelta y se marchó, con pasos más ligeros que antes.
La puerta se cerró silenciosamente tras ella.
Sadie se acercó al sofá y se sentó. Sacó de su bolso la pequeña caja que Alex le había entregado.
Sus dedos se detuvieron en los bordes, recorriendo el cartón rugoso.
¿Por qué había aparecido Alex en el taller de reparaciones aquel día?
El momento aún le parecía demasiado conveniente. Una punzada de inquietud se agitó en su pecho.
Lo apartó y abrió la caja.
Dentro había un teléfono gastado, el que Blaine había intentado reparar sin éxito.
Sadie lo sacó. El frío cristal rozó su pulgar cuando pulsó el botón de encendido.
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