El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1211
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Capítulo 1211:
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Al ver la expresión ligeramente triste de Sadie, Alex sintió que la compasión brotaba en su interior y su tono se volvió amable.
«Sadie, por favor, no te preocupes. Te prometo que te ayudaré a descubrir lo que realmente les pasó a tus padres. Puedes contar conmigo».
Sadie levantó lentamente la cabeza al oír esas palabras y, por un instante, sus ojos se llenaron de lágrimas.
Se las secó con una mano tranquila y volvió a hablar con voz fría y firme.
«Gracias, Alex. Se está haciendo tarde. Deberías volver ya».
Sus palabras no dejaban lugar a dudas de que lo estaba despidiendo.
Una leve sombra cruzó la sonrisa de Alex.
Podía ver que Sadie seguía manteniendo la distancia.
La decepción y la amargura lo invadieron, aunque mantuvo esos sentimientos ocultos.
Se cruzaron una mirada significativa antes de que él asintiera lentamente con la cabeza.
—Está bien, cuídate.
Se detuvo un momento y luego se dio la vuelta para regresar a su coche.
Su figura parecía especialmente solitaria mientras el sol se ponía en el horizonte.
Sadie apartó la mirada, y su expresión se volvió fría una vez más.
Al volver hacia el viejo edificio, lo encontró aún más inquietante a la tenue luz del atardecer. Las paredes chamuscadas se alzaban desnudas y amenazantes, las barandillas talladas que en otro tiempo fueron hermosas ahora estaban rotas y deformadas, y el olor a humo lo impregnaba todo.
El guardaespaldas que la acompañaba se apresuró a apartar los escombros y los trozos de madera para despejarle un camino más seguro. Aun así, todo el lugar parecía a punto de derrumbarse en cualquier momento.
De repente, una parte de la barandilla podrida del segundo piso, debilitada por años de abandono, cedió con un fuerte crujido y se estrelló contra el suelo. Un estruendo atronador resonó en la estructura vacía, levantando densas nubes de polvo.
«¡Cuidado!», gritó el guardaespaldas más cercano, que reaccionó sin dudarlo, colocándose delante de Sadie y protegiéndola con su cuerpo.
Una nube de polvo se dirigió hacia ella y Sadie se cubrió rápidamente la boca y la nariz. Aun así, tosió dos veces y frunció el ceño.
—Señorita Hudson, este lugar es demasiado peligroso —dijo el guardaespaldas, con voz firme pero claramente preocupada—. ¿Quizás deberíamos irnos por ahora y volver cuando todo haya sido reforzado o despejado?
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Sadie levantó la vista y contempló la escena devastada. Las respuestas que tanto ansiaba conocer aún podían estar ocultas entre los escombros. Tras un largo silencio, asintió con la cabeza.
—De acuerdo. Mientras se realizan las reparaciones, asegúrate de que el lugar quede completamente limpio.
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