El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1209
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Capítulo 1209:
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Su apretón de manos fue firme y breve, y se separaron casi al instante. Sin perder un segundo, el jefe de seguridad de Humphrey apareció a su lado y le entregó los acuerdos de transferencia de terrenos que habían preparado de antemano. Tanto Sadie como Humphrey se tomaron su tiempo para revisar los contratos. Una vez que confirmaron los detalles, firmaron los documentos.
El trato quedó oficialmente cerrado.
Humphrey miró su reloj y dijo: «Me temo que tengo otros asuntos que atender, señorita Hudson. No le robaré más tiempo».
Sadie asintió con la cabeza.
«Cuídese, señor Perry».
Humphrey se dio la vuelta y salió con paso firme y seguro.
Estaba a punto de salir del edificio cuando otra figura se acercó apresuradamente desde la dirección opuesta. Era Alex.
Sus ojos se posaron inmediatamente en Sadie, que estaba de pie junto a la puerta, pero se fijó en el hombre que se marchaba.
Alex frunció el ceño mientras recorría con la mirada a Humphrey. Le resultaba familiar, pero Alex no tuvo tiempo de pensar en ello. Sus pensamientos estaban completamente ocupados por Sadie, sin dejar espacio para nada ni nadie más.
Y así, Alex no se percató del profundo odio que brilló en los ojos de Humphrey al rozarlo al pasar.
Si Alex lo hubiera visto, habría sentido esa hostilidad hasta en los huesos. Pero Humphrey apartó la mirada, controló sus rasgos y se subió al sedán negro aparcado frente a las ruinas.
La puerta del coche se cerró de golpe, aislándolo del mundo exterior.
Humphrey se recostó en el espacioso asiento trasero y hojeó con los dedos el contrato recién firmado.
El conductor lo miró por el espejo retrovisor. —Señor Perry —dijo respetuosamente—. ¿Qué hacemos ahora?
La sonrisa de Humphrey se convirtió en una mueca fría. Cuando levantó la vista, había un brillo siniestro en sus ojos.
—Hace tres años, mi hermana mayor, Aliza, se entregó en cuerpo y alma a Alex Howe. Le dio todo su corazón. —Su voz era baja y fría—. Pero ese bastardo la traicionó… ¡Y todo por esa maldita mujer, Sadie Hudson!
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Humphrey inhaló bruscamente y apretó los dedos alrededor del borde de las páginas hasta que se le pusieron blancos los nudillos.
—Ahora nada de eso importa. Pronto pagarán por sus actos. Yo ajustaré cuentas por el sufrimiento que padeció mi hermana, así como por la vergüenza que soportó la familia Perry, con intereses. Vengaré a nuestra familia de una vez por todas.
Humphrey aflojó los dedos y dio unos golpecitos sobre la superficie del papel, con la mirada pensativa.
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