El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1193
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Capítulo 1193:
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«Porque me vendría bien un perrito faldero».
De repente, él levantó la mano y le agarró con fuerza la mandíbula.
La presión era insoportable; ella dejó escapar un gemido ahogado. Pero la mirada fulminante de él la clavó en el sitio como si tuviera hielo en las venas.
Le levantó la barbilla a la fuerza y examinó sus rasgos con una concentración inquietante.
«Esta cara… se parece en un ochenta por ciento a la de Sadie», murmuró, trazando un camino por su mejilla con un roce casi imperceptible, aunque su expresión seguía tan fría como siempre.
Hailey apretó los puños con tanta fuerza que las uñas se le clavaron en las palmas hasta casi romperle la piel.
La humillación la invadió, una vergüenza cruda y abrasadora, diferente a todo lo que había sentido antes.
Era la heredera de la familia Burgess. Una destacada doctora del Hospital Rosewood. ¿Cuándo se había atrevido alguien a humillarla así?
Pero no se rebeló. Ni siquiera podía permitirse mostrar resentimiento.
Alex no era simplemente insensible, estaba trastornado. Era una bestia envuelta en piel. Si lo presionaba demasiado, estaba segura de que acabaría con su vida sin pensarlo dos veces.
Su obsesión por Sadie iba más allá del enamoramiento: difuminaba la línea entre el amor y la locura. Aun así, por mucho que él llegara, Sadie se negaba a estar con ella.
Pero Hailey se negaba a derrumbarse ante esto. No era la marioneta de nadie.
Solo le quedaba una carta, y estaba dispuesta a jugársela.
Sin previo aviso, extendió la mano y agarró la misma mano que le había cortado el aire momentos antes.
Llevándola lentamente hacia su rostro, la presionó contra su mejilla, curvando los labios en una sonrisa delicada y ensayada. Sus palabras salieron en un susurro, temblando a propósito.
—Si…
—Si esta es la cara que quieres, señor Howe… entonces me quedaré. Me quedaré contigo. Su voz temblaba, deliberadamente frágil. Las lágrimas se asomaban a sus pestañas.
—Odias a Noah, ¿verdad? Casi te mata. Yo tampoco lo soporto. Me dejó tirada como si no importara. Parece que tenemos un enemigo en común, ¿no?
Alex entrecerró los ojos, fijándolos en la réplica casi exacta de la mujer que amaba, ahora interpretando esta lamentable farsa, y algo le repugnó.
Con un gesto de repulsión, soltó su mano y la empujó. Hailey se tambaleó, apenas manteniéndose en pie.
—¿Quieres ocupar el lugar de Sadie? No te hagas ilusiones.
Sus palabras estaban cargadas de veneno. Sonrió con desprecio.
—Pero Salex necesita una madre. Así que no vas a ir a ninguna parte.
Su voz bajó una octava, peligrosa, amenazante. —Te vigilaré sin descanso. Un paso en falso y ya sabes las consecuencias.
Hailey sintió un nudo en el estómago. Bajó la mirada, ocultando cuidadosamente el fuego de sus ojos.
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