El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1185
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Capítulo 1185:
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Un guardia vio a Blaine avanzar con una expresión furiosa y se acercó inmediatamente, eligiendo sus palabras con cuidado y precisión.
—Señor Castro, llevamos varias horas con el hospital cerrado. El director acaba de enviar un mensaje preguntando cuándo se pueden reanudar las actividades normales.
Blaine se presionó las sienes con los dedos, mientras el agotamiento le marcaba profundas arrugas en el rostro.
Mantener el hospital cerrado indefinidamente era simplemente imposible. Con el tiempo, esas medidas provocarían un miedo generalizado entre los pacientes y el personal.
—Informe al director de que puede levantar el cierre —ordenó. Tras un breve instante, su voz se volvió afilada como una navaja—. Además, asegúrese de que el equipo técnico dé prioridad al teléfono de Jack. Necesito que funcione inmediatamente. Ese dispositivo podía contener las respuestas a todas las preguntas que les atormentaban.
Sin que Blaine lo supiera, justo al pasar la puerta que daba a las escaleras de emergencia, un hombre vestido con una bata blanca había estado observando en silencio cada uno de sus movimientos. Una sonrisa cruel se dibujó en sus labios mientras el desconocido se fundía en la oscuridad de la escalera.
Colocándose junto a la fría barandilla metálica, sacó su teléfono y marcó un número con movimientos fluidos y ensayados.
Una vez conectada la llamada, bajó el tono y se volvió deferente.
—Señor Howe, Blaine ha resultado ser mucho más problemático de lo que esperábamos. Ha colocado numerosos guardias alrededor de la habitación de Jack, que lo vigilan constantemente, las veinticuatro horas del día. No hemos encontrado ninguna oportunidad para actuar. Además de esa complicación, exige que se repare rápidamente el teléfono de Jack. Parece que cree que el dispositivo contiene información crucial. Si intentamos algo ahora, podríamos revelar toda nuestra operación.
Al otro lado de la línea, Alex frunció el ceño con expresión de enfado.
Blaine. Ese chico rico que solía pasar el tiempo malgastando dinero y persiguiendo placeres… ¿y ahora se atrevía a destruir sus planes cuidadosamente trazados?
¿Acaso ese idiota engreído creía de verdad que llevar el apellido Castro le protegería de las consecuencias?
Una chispa de determinación mortal brilló en la mirada de Alex. Había dedicado demasiado esfuerzo y planificación a este plan como para verlo desmoronarse en un momento tan crucial.
Si Blaine seguía metiéndose en esta situación peligrosa, entonces también habría que sacarlo de allí definitivamente.
Alex apretó los dientes mientras su voz se reducía a un susurro escalofriante.
«Si las circunstancias lo exigen… elimina a Blaine por completo».
Una vez que se comprometiera con este camino, no habría medias tintas ni marcha atrás.
El médico que recibía las órdenes temblaba violentamente, a punto de soltar el dispositivo.
Blaine representaba mucho más que un objetivo cualquiera: era el único heredero de la familia Castro, el querido nieto de Ralph. Hacerle daño equivaldría a lanzar un ataque contra toda la dinastía Castro.
Si Ralph, el mítico patriarca que se había retirado hacía mucho tiempo, reaparecía a causa de este incidente, la devastación resultante sería inconmensurable.
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