El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1178
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Capítulo 1178:
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La expresión de Sadie se tensó con esfuerzo. Evitó deliberadamente mirar a Alex a los ojos y le dio la espalda con determinación.
«Alex, gracias por todo, pero no hay futuro romántico para nosotros. Quiero ser tu amiga, nada más que una amiga. ¿Puedes aceptar esa verdad?».
Sus palabras tenían un tono definitivo, sin dejar lugar a malinterpretaciones ni falsas esperanzas.
El mensaje era muy claro: si Alex volvía a cruzar esa línea, incluso su amistad podría desmoronarse y quedarse en nada.
Necesitaba establecer este límite con absoluta certeza, asegurándose de que no quedara ningún rincón donde pudiera arraigar y florecer una esperanza equivocada.
Las manos de Alex se cerraron lentamente en puños apretados a los lados del cuerpo, con los nudillos blancos por la emoción reprimida.
El rechazo lo golpeó de nuevo, esta vez rápido y decisivo, sin vacilación ni la más mínima posibilidad de negociación.
Algo se retorció con saña en su pecho, un dolor profundo e implacable que se negaba a soltar su presa en su corazón.
Aceptarlo le parecía imposible. Su mente se negaba a procesar este golpe final y demoledor.
Bajó la mirada, tratando de ocultar la tormenta que se desataba detrás de sus ojos, y forzó los labios en lo que esperaba que pareciera una sonrisa.
—Sadie, con Noah inconsciente y su destino en juego… no tienes por qué cargar sola con este peso.
Deseaba desesperadamente que ella comprendiera que no tenía por qué sacrificar toda su vida por el futuro incierto de Noah.
Existía la posibilidad de una elección diferente: ella podía elegirlo a él. Pero para Sadie, sus palabras se transformaron en una navaja afilada que le atravesó el corazón, dejándola sangrando con un dolor fresco.
—¡Basta! —espetó ella, girándose para mirarlo con ojos ardientes—. No diga ni una palabra más, señor Howe.
Utilizó deliberadamente su nombre formal, cada sílaba abriendo una brecha más profunda entre ellos con precisión calculada.
—Le estoy agradecida por todo lo que ha hecho por mí. Sinceramente agradecida. Pero Alex… Me niego a deberle nada más. Por favor, váyase ahora.
Con esas últimas palabras, se dio la vuelta por completo, negándose a mirarlo o a decir una sola palabra más.
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Alex sintió que su corazón se rompía en mil pedazos, cada uno de los cuales le desgarraba por dentro.
Un dolor crudo le abrasó el pecho y se le grabó en el rostro, cada palabra que salía de su boca le dejaba profundas heridas en el alma.
Había sacrificado tanto, había dado todo lo que podía ofrecer. ¿Por qué no podía ella reconocer la profundidad de su devoción?
Noah, ¡siempre Noah! Ese hombre seguía ocupando cada rincón de su corazón y su alma, sin dejar espacio para nadie más.
Alex se dirigió hacia la puerta, echando miradas furtivas por encima del hombro con cada paso que daba a regañadientes.
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