El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1176
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Capítulo 1176:
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«Sra. Hudson, tómese su tiempo si lo necesita. Pero, ¿cuánto tiempo cree que le queda al Sr. Wall?».
Las palabras la golpearon como una navaja, hiriendo la parte más blanda de la determinación de Sadie. Dado el frágil estado de Noah, no había tiempo que perder: su tratamiento no podía esperar ni un día más.
Sadie respiró hondo, esforzándose por calmar la tormenta que se agitaba en su pecho. Sabía exactamente lo que Hurst estaba haciendo: utilizar la vida de Noah como cebo en un anzuelo.
—Necesito tiempo para pensar —dijo con voz baja y tensa—. Puede marcharse.
A su señal, los guardaespaldas se adelantaron en silencio, agarraron a Hurst y le ataron las muñecas a la espalda una vez más.
Mientras se lo llevaban, Hurst se detuvo junto a ella, lo justo para lanzarle una última pulla: una pequeña sonrisa cómplice que insinuaba la victoria.
No tenía prisa.
El tiempo estaba de su parte, pero no se podía decir lo mismo de Noah.
La puerta se cerró con un clic detrás de él y la habitación quedó sumida en el silencio. Tina corrió hacia Sadie, con los ojos muy abiertos por la ansiedad. —Sadie, ¿qué… qué vamos a hacer ahora? Hurst… su exigencia es demasiado… —Las palabras se perdieron en algún lugar entre la incredulidad y el miedo.
Sadie exhaló un suspiro cansado y se presionó las sienes con los dedos.
No era así como ella pensaba que iban a salir las cosas.
Primero Stuart, ahora Hurst: dos hermanos, cada uno una tormenta en sí mismo.
Ninguno de los dos era predecible. Ninguno de los dos era controlable.
¿Y el verdadero Stuart? Desaparecido. Se esfumó el día que escapó de ese pueblo urbano, dejando tras de sí solo silencio y sombras.
Esa desaparición lo había sumido todo en el caos. Sadie se mordió el labio con fuerza para concentrarse.
No podía permitirse vacilar ahora.
De una forma u otra, tenía que seguir adelante. Ya fuera aceptando las condiciones de Hurst o encontrando un camino que ninguno de los dos había previsto, tenía que estar preparada.
—Tina.
—Envía a más gente, ahora mismo. Tenemos que encontrar a Stuart. Vivo o muerto, tráelo aquí. Si las afirmaciones de Hurst sobre su habilidad eran ciertas, entonces el verdadero Stuart podría haber dejado de ser útil.
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Sadie no estaba dispuesta a creer a Hurst, al menos no del todo. —Y seguid intentando contactar con Evan —añadió.
Al fin y al cabo, cada nuevo intento era un latido más de posibilidad.
Tina asintió con expresión firme y comprensiva. —Entendido. —No perdió ni un segundo: se dio media vuelta y desapareció por el pasillo, con la urgencia crepitando en cada uno de sus pasos.
Sadie se acercó a la ventana y se cruzó de brazos mientras miraba el cielo plomizo.
Presionaba el mundo como un peso, igual que sus pensamientos presionaban su pecho.
Si salvar a Noah significaba estrechar la mano del diablo, que así fuera. Lo arriesgaría todo, sin importar el precio.
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