El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1166
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Capítulo 1166:
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Al menos ahora, por una vez, podría ser útil.
La voz del conductor denotaba una cuidadosa vacilación. —Señor Howe, la señora Burgess ha sobrevivido. Una fría sonrisa torció los labios de Alex al oír la noticia.
La mujer poseía una irritante resistencia que desafiaba todas las expectativas.
Pero eso ya no le importaba.
Con el bebé a salvo en su poder, el destino de Hailey había dejado de ser relevante para los planes de Alex.
«¿Ha contactado con la persona que le indiqué antes?».
La respuesta del conductor fue inmediata. «Sí, señor. Ya está en Nirvana, esperando su llegada. Podemos dirigirnos allí directamente».
—Excelente —dijo Alex con voz fría y satisfecha.
El conductor guardó silencio y encendió el motor, que rugió al arrancar. Treinta minutos más tarde, el Bentley se detuvo frente a la imponente entrada de Nirvana.
Nirvana era uno de los restaurantes más exclusivos de Jazmah, famoso por su seguridad impenetrable y su discreción absoluta, que atraía a la élite de la ciudad para sus negociaciones más delicadas.
Alex se alisó la chaqueta y salió del vehículo, entrando con paso decidido por la entrada de Nirvana.
Se dirigió con familiaridad a una habitación del tercer piso.
Abrió la puerta y se encontró con una lujosa sala donde un hombre mayor, con el pelo escaso y el cuerpo hinchado, estaba recostado entre dos jóvenes impresionantes, con una expresión que rezumaba satisfacción lasciva.
Se trataba de Malcolm Pierce, accionista del Wall Group, cuya codicia y lujuria solo eran comparables a su astucia calculadora.
Alex cruzó el umbral con paso seguro. —Señor Pierce, ha pasado demasiado tiempo desde nuestro último encuentro.
La mirada de Malcolm se desvió perezosamente hacia la puerta y besó lentamente en la mejilla a cada una de las mujeres.
Ambas mujeres interpretaron perfectamente la señal, levantándose con fluida elegancia y saliendo de la habitación con deliberados movimientos de cadera, cerrando la puerta tras de sí.
Malcolm centró toda su atención en Alex, con sus ojos pequeños y brillantes destellando inteligencia. —Sr. Howe, ¿de qué quiere hablar conmigo exactamente?
Alex levantó la mano en un gesto deliberado, con los dedos cortando el aire con autoridad.
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En cuestión de segundos, varios guardaespaldas corpulentos entraron por la puerta, cada uno con un pesado maletín negro.
Los maletines se abrieron con un chasquido seco, dejando al descubierto torres de billetes que brillaban bajo la luz ambiental de la habitación.
Una chispa de intenso interés brilló en los estrechos ojos de Malcolm.
Mantuvo su máscara de indiferencia calculadora, aunque apretó imperceptiblemente el vaso.
Tal generosidad extravagante por parte de Alex insinuaba planes peligrosamente ambiciosos. Malcolm comprendió que debía navegar con cuidado por esas aguas traicioneras, no fuera a ser que se convirtiera en una herramienta prescindible para Alex.
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