El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1159
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Capítulo XXX:
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Las palabras golpearon a Blaine como un puñetazo en el estómago.
Jack era un subordinado fiel, siempre callado pero leal a Noah. Todos se quedaron impactados al saber que estaba gravemente herido, ¿y por qué?
Blaine apretó los dientes mientras una oleada de ira le subía por el pecho.
El guardaespaldas se puso de repente en alerta al recordar algo. Se secó los ojos antes de que las lágrimas pudieran caer y sacó un teléfono roto de su bolsillo. La pantalla estaba destrozada, pero el teléfono en sí no estaba destrozado.
—Señor Castro, Jack me dio esto antes de desmayarse. Dijo que se lo entregara a la señora Hudson lo antes posible.
—¿Qué? —preguntó Blaine, frunciendo el ceño mientras cogía el dispositivo.
¿Contendría algo importante?
Pulsó el botón de encendido. La pantalla parpadeó débilmente, apenas iluminándose.
Solo se veía la mitad de la pantalla, el resto estaba en negro.
Blaine entrecerró los ojos y se fijó en el texto, pero las palabras estaban borrosas. Solo pudo distinguir una frase: «apunta a Alex». ¿Alex?
Blaine sintió que se le encogía el corazón. ¿Cómo estaba Alex involucrado en todo esto?
Acercó el teléfono a la cara, pero justo cuando se esforzaba por ver más del texto, la pantalla parpadeó y luego se apagó por completo.
—¡Maldita sea! —maldijo Blaine y apretó el botón de encendido varias veces más, sin resultado.
Frustrado, se lo devolvió al guardaespaldas. —Encuentre al mejor técnico de la ciudad. No me importa lo que cueste. ¡Arregle esto lo antes posible!
Su instinto le decía que había información vital en ese teléfono.
El guardaespaldas asintió brevemente y se marchó para cumplir sus instrucciones.
Ahora solo, Blaine caminaba de un lado a otro por el pasillo, con el ceño fruncido.
Los acontecimientos de ese día aún estaban vivos en su mente. Antes, cuando estaban registrando el pueblo urbano, Jack había dicho de repente que tenía algo urgente que comprobar y se había marchado corriendo. ¿Qué le había pedido Noah a Jack que comprobara exactamente?
Los pensamientos de Blaine daban vueltas en su cabeza, enredados y caóticos.
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Por ahora, solo había una cosa de la que estaba seguro: tenía que llegar al fondo del asunto, de una vez por todas.
En ese momento, las puertas del quirófano se abrieron con un chirrido.
Sin dudarlo, Blaine se abalanzó hacia delante, extendió el brazo y agarró al médico por el brazo.
—Dígame, ¿cómo está Jack? —su voz sonó aguda y entrecortada.
El médico se bajó la mascarilla, con el sudor aún pegado a la frente. Su expresión lo decía todo antes incluso de hablar.
Sacudiendo la cabeza, respondió con severidad: «El daño era extenso: hemorragia cerebral, rotura de múltiples órganos. Lo intentamos, pero no pudimos hacer nada más».
Las palabras golpearon a Blaine como un mazazo. Las rodillas casi le fallaron y su cuerpo se tambaleó donde estaba.
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