El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1141
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Capítulo 1141:
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El pensamiento se apretó alrededor de sus costillas, sofocante e implacable, como enredaderas espinosas que se enrollaban más con cada respiración.
Buscó su teléfono con manos temblorosas y marcó el número de Samuel.
Ocupado.
¿Qué? ¿Incluso Samuel?
Un sudor frío le brotó en la frente y el pulso le latía con fuerza en los oídos. El silencio se apretó como una tormenta a punto de estallar.
Entonces, una voz rompió el silencio, aguda y alarmada.
—¿Sadie? ¿Qué haces aquí fuera? ¿Y por qué no llevas zapatos? Era Tina.
Se acercó, agarrando un termo con sopa casera, que pretendía ser un consuelo, no encontrarse con una escena como esta.
Una mirada a Sadie, pálida, descalza y visiblemente temblorosa, y la preocupación de Tina se disparó. Se apresuró a acercarse instintivamente.
Sadie no se molestó en dar explicaciones. Agarró la mano de Tina, que estaba helada al tacto.
«Tina, localiza el teléfono de Patrick. Ahora. Necesito saber dónde está», dijo con voz ronca y temblorosa.
—En cuanto sepas dónde está, avisa a nuestra gente. Quiero que todo el mundo se ponga en marcha. Inmediatamente.
Tina parpadeó, atónita. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué tanta urgencia? ¿Le había pasado algo a Patrick?
Antes de que pudiera formular las preguntas que se arremolinaban en su mente, Sadie volvió a hablar, tratando de mantenerse firme, aunque su voz aún temblaba.
—No hay tiempo para preguntas. Hazlo.
La presión en el pecho de Sadie aumentaba por segundos, ahogándola.
Tina miró a los ojos de su amiga, desorbitados por el miedo pero ardientes de determinación, y sintió un punzante dolor en el pecho.
Solo Noah podía alterar así a Sadie. Solo él tenía ese poder sobre ella.
Tina asintió con determinación. «Está bien, Sadie. Lo haré».
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Tina regresó corriendo media hora más tarde, con la frente brillante por el sudor frío. Respiraba entrecortadamente mientras gritaba frenéticamente:
—¡Sadie!
«¿Qué has averiguado?». Sadie dio un paso adelante, con la voz tensa por la preocupación.
Tina respiró hondo antes de soltar: —¡La última señal del teléfono de Patrick fue hace diez minutos y se ha rastreado hasta el barrio marginal!
El barrio marginal era famoso por su caos y anarquía constantes. Estaba repleto de todo tipo de delincuentes que prosperaban en ese entorno despiadado. Sadie sintió que el corazón se le hundía en un abismo oscuro. Apretó los puños con fuerza. ¿Por qué Noah habría ido a un lugar así?
Pero no había tiempo para reflexionar ni hacer conjeturas.
Cogió su abrigo del respaldo de la silla y declaró: «Vamos a la aldea urbana».
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