El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1139
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Capítulo 1139:
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«¿Dónde está mi madre?».
Hailey se giró lentamente al oír su voz.
Su rostro se iluminó al verlo, como si lo hubiera estado esperando toda la vida. Había una mirada ferviente en sus ojos que le provocó un escalofrío a Noah.
«Noah… Por fin has venido». Hailey dio un paso adelante mientras hablaba e intentó agarrarle la mano.
Con expresión severa, Noah dio un paso atrás y esquivó su mano con destreza.
La mano de Hailey quedó suspendida en el aire, incómoda. Su sonrisa se desvaneció, pero solo por un instante. Retiró el brazo y respiró hondo.
Intentó ignorar el sabor amargo que le invadió la boca. Después de todo este tiempo, después de todo lo que había pasado, Noah seguía manteniéndola a distancia.
Hailey esbozó una sonrisa forzada e intentó adoptar un tono suave y persuasivo. —Soy tu esposa, Noah. Eso hace que Isabel sea mi familia. ¿Cómo podría hacerle daño? Como familia, debemos seguir adelante juntos… ¿No crees? ¿Empezamos de nuevo?
Noah no pasó por alto el tono amenazante de su voz. Le lanzó una mirada penetrante.
—Mi esposa es Sadie, nadie más. Libera a mi madre y te enviaré de vuelta a Zupren.
Hailey abrió mucho los ojos y su sonrisa se congeló.
Había llegado tan lejos: había planeado, intrigado, esperado. ¿Y él esperaba que se rindiera así, sin más?
No, eso era inaceptable. Nunca se rendiría, ni siquiera ante la muerte.
—Noah, tú… ¿Cómo puedes ser tan cruel? —Su voz temblaba y sus ojos se llenaron de lágrimas—. ¿Has olvidado quién te salvó hace tres años? ¿Quién te trajo de vuelta del borde de la muerte?
Pero la paciencia de Noah ya se había agotado. —Sigue poniéndome a prueba —espetó—, y puede que no sea capaz de mostrarte ni una pizca de piedad.
Hailey se quedó pálida. Apretó los dientes y cerró los puños con tanta fuerza que las uñas se le clavaron en las palmas.
Por fin lo comprendió: no había lugar para ella en el corazón de Noah. Nunca lo había habido y nunca lo habría.
Pero si ese era el camino que había elegido, solo él era responsable de lo que estaba por venir.
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—¡Noah, qué pena! ¡Esta vez voy a ganar sin duda!
El tono de Hailey se quebró a mitad de la frase, convirtiéndose en algo salvaje, teñido de un brillo maníaco que rayaba en la histeria.
Una ola de frío terror se extendió por el pecho de Noah, y sus instintos se encendieron en señal de alarma.
Inhaló bruscamente y percibió un aroma débil e inusual, uno que había notado antes y que emanaba de Hailey. El pánico se apoderó de él. En cuestión de segundos, sus extremidades se convirtieron en piedra. El entumecimiento se extendió como la pólvora y sus fuerzas lo abandonaron.
Intentó levantar el brazo, pero era como si estuviera tallado en mármol. Los ojos de Hailey brillaron al ver la comprensión en su rostro. Una lenta sonrisa victoriosa se dibujó en sus labios.
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