El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1134
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Capítulo 1134:
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«Sr. Howe, si tiene algo importante que decir, hable sin demora».
«Hay cosas que no están destinadas a ser tuyas, por mucho que las desees», dijo Noah, con una voz que denotaba una certeza inquebrantable. Los labios ya pálidos de Alex se apretaron hasta formar una línea fina como una cuchilla al oír esas palabras. Bajo la manta, su mano se cerró en un puño sin que se diera cuenta.
—Esta vez casi muero. Supongo que tengo que agradecérselo a usted, señor Wall. —Su voz fluía suave y mesurada, cada sílaba tallada con deliberada precisión. Pero bajo la superficie tranquila, su tono golpeaba como una aguja: afilado, preciso y dando en el blanco en la compostura de Noah.
—Stan ya está investigando la causa del accidente. Si no hay nada más, me voy.
Noah apenas se había vuelto hacia la puerta cuando la voz de Alex llegó desde la cama de hospital detrás de él.
—Me has salvado la vida, te debo una. Encontré a Averi por casualidad en el barrio. Mientras escapaba con él, me topé con esto.
Alex levantó lentamente la mano, revelando un gemelo que descansaba en su palma como un pequeño y precioso secreto.
Las pupilas de Noah se contrajeron al instante. La pieza era inconfundible: uno de los gemelos que su madre atesoraba.
Se quedó paralizado durante un instante y luego su mano se movió instintivamente para cogerlo. —¿Por qué no me lo has dicho antes? —Sus ojos permanecieron fijos en Alex, cautelosos y llenos de sospecha.
Alex se limitó a encogerse de hombros, con una expresión de inocencia cuidadosamente elaborada. —Se me olvidó. Pero ese lugar… apestaba a dinamita. El olor era sofocante. Si vas a enviar a alguien, mejor que tengas mucho cuidado.
Noah abrió mucho los ojos, con una expresión de incredulidad en el rostro. Apretando con fuerza el gemelo, sintió que sus pensamientos se dispersaban como hojas en una tormenta. ¡Su madre estaba en peligro! Sin decir una palabra más, dio media vuelta y salió corriendo de la habitación.
Unos instantes después, la puerta se abrió con un chirrido y Stan asomó la cabeza con cautela. Había estado esperando fuera, inquieto, pero sin querer interrumpir la tensa conversación.
—Sr. Howe, hace un momento… el Sr. Wall parecía alterado. ¿Ha pasado algo? Un destello indescifrable cruzó los ojos de Alex.
Le dijo a Stan que no se preocupara por el asunto.
—Pide a la gente de la comisaría que vigilen el barrio. Informa inmediatamente de cualquier cosa inusual.
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Aunque desconcertado, Stan asintió inmediatamente y se apresuró a cumplir la orden. Los pensamientos de su jefe se volvían cada vez más impenetrables.
Afuera, Noah se deslizó en el elegante coche negro que esperaba junto a la acera. En cuanto arrancó el motor, marcó el número de Jack. Sonó sin cesar, pero nadie respondió.
—¡Maldita sea! —Noah golpeó el volante con el puño, con las venas marcadas como cuerdas en el dorso de la mano.
Había subestimado la locura de Hailey. Se había atrevido a usar TNT. Pero entonces, otro pensamiento le asaltó: ¿qué demonios hacía Alex en ese pueblo urbano? Y ese aroma abrumador a lirios en la habitación del hospital… Si no le fallaba la memoria, era el perfume característico de Hailey. ¿Y Alex había rescatado a Averi por casualidad?
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