El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1132
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Capítulo 1132:
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Sin embargo, la donación de sangre creó una contradicción desconcertante, hasta que, de repente, todas las piezas encajaron con escalofriante claridad. ¡Qué cálculo tan brillante! Donar sangre era el camuflaje perfecto para desviar cualquier sospecha.
Un torbellino tempestuoso de emociones contradictorias se abatió sobre la conciencia de Alex: un resentimiento ardiente se entremezclaba con una confusión desconcertante y una inquietud angustiosa. Todos estos sentimientos se entrelazaron en un nudo agonizante que le oprimía dolorosamente el pecho.
En la habitación contigua, Noah emergió gradualmente de la niebla de la inconsciencia, recuperando la conciencia poco a poco.
Una débil tos escapó de su garganta mientras luchaba contra las protestas de su cuerpo. Los músculos le temblaban por el esfuerzo que le suponía incorporarse y mover las piernas inestables para salir de la cama.
Olas aplastantes de mareo lo golpeaban repetidamente, consecuencia directa de la importante pérdida de sangre. Cada oleada lo dejaba peligrosamente aturdido y alarmantemente inestable.
En ese preciso momento, Stan irrumpió por la puerta y corrió a través de la habitación para llegar hasta él. —Señor Wall, le estoy muy agradecido. De verdad.
Noah se llevó los dedos a las sienes palpitantes y aplicó una suave presión, mientras su tez seguía preocupantemente pálida por la importante transfusión de sangre. —Solo estaba saldando una deuda pendiente. Él rescató a Averi. Ahora estamos en paz. —Su penetrante mirada se elevó lentamente y sutiles hilos de sospecha comenzaron a bailar bajo la superficie aparentemente tranquila de sus ojos oscuros.
—¿Qué te trae a mi lado? ¿No debería ser tu lealtad hacia tu jefe lo que te trajera aquí?
Toda la postura de Stan se tensó de repente, y una expresión inequívocamente incómoda se dibujó en sus rasgos, normalmente serenos. Se encontró atrapado en una agonizante indecisión, sin saber si sería prudente revelar la calculada visita de Hailey, sobre todo después de haber sido testigo de la peligrosa tormenta que se había estado gestando en los ojos inyectados en sangre de su jefe. Durante varios latidos, permaneció suspendido en la incertidumbre.
El agudo trino del teléfono de Noah rompió de repente el tenso silencio: el nombre de Jack apareció en la pantalla iluminada.
Stan, cuyos agudos instintos nunca fallaban a la hora de interpretar una situación, hizo una reverencia respetuosa y retrocedió varios pasos.
—Sr. Wall, le dejaré solo para su importante llamada. Si necesita algo, solo tiene que decirlo.
Hizo otra reverencia deferente antes de salir silenciosamente de la habitación, asegurándose de que la puerta quedara bien cerrada con apenas un susurro tras su partida.
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Noah aceptó la llamada entrante con rápida eficiencia. —¿Qué has descubierto?
La voz de Jack salió por el altavoz, grave por la importancia de la noticia y teñida de profundo respeto.
—Jefe, hemos localizado el vehículo de la Sra. Burgess en el casco urbano. El Sr. Castro ya se ha puesto en contacto con las autoridades policiales locales para iniciar una búsqueda exhaustiva puerta por puerta.
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