El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1126
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1126:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
¿Qué tenía Noah que él no tenía?
Llevaba seis años a su lado. Seis largos años.
Si el compromiso significaba algo, su devoción debería haber sido suficiente, inquebrantable.
Y, sin embargo… su mirada, su alma, pertenecían a otra persona.
Noah. Siempre Noah. ¿Por qué no él?
Una idea oscura se deslizó en la mente de Alex como el humo a través de una rendija, lenta y venenosa.
Si Noah realmente había perdido todos sus recuerdos… si Hailey había clavado sus garras tan profundamente que él no podía escapar…
Entonces tal vez, solo tal vez, Sadie podría ser finalmente suya. Por completo.
El pensamiento se apretó a su alrededor como una soga, robándole el aliento de los pulmones.
Y entonces llegó la culpa, más fuerte que los celos.
Conocía a Sadie. Demasiado bien. Si alguna vez se enteraba de ese pensamiento, si intuía esa retorcida esperanza, nunca volvería a mirarlo igual. Ni siquiera podrían ser amigos. La perdería para siempre.
Aun así… Las palabras de Hailey lo atormentaban, tóxicas e implacables.
El deseo lo consumía, tirando de su mente hasta casi romperla.
Apretó los ojos con fuerza y tropezó al caminar.
Justo cuando estaba a punto de derrumbarse, sumido en la envidia y el arrepentimiento, el caucho chirrió contra el pavimento.
Alex giró la cabeza hacia el sonido.
Un elegante vehículo se abalanzó por la acera, sin bocina, sin vacilar.
No era un accidente. Iba dirigido a él.
Los faros lo cegaron. Hizo un gesto de dolor. Sus ojos se encogieron alarmados.
Intentó saltar a un lado, pero fue demasiado tarde.
El tiempo se ralentizó.
Más capítulos esperando en ɴσνєʟα𝓼𝟜ƒαɴ.𝓬𝓸𝗺
El rostro del conductor, distorsionado pero visible, esbozaba una sonrisa cruel y satisfecha.
¡Crash! El golpe fue como un martillo demoledor.
Su cuerpo se levantó del suelo y fue lanzado como un muñeco de trapo contra el cemento.
La sangre brotó de su frente, tiñendo el mundo de manchas rojas.
El dolor lo envolvió al instante, total y devastador, como un incendio forestal que devora carne y huesos.
Sadie…
Sus labios se movieron para susurrar su nombre, pero solo escapó un aliento entrecortado.
Sus sentidos se desvanecieron rápidamente.
Gritos lejanos, un alarido… nada parecía real. Amortiguados, como sonidos bajo el agua.
Todo se oscureció.
Su cuerpo se derrumbó, flácido, destrozado.
.
.
.