El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1122
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Capítulo 1122:
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Su evasiva comunicaba la devastadora verdad con más claridad que las palabras, aunque el corazón de Sadie rechazaba la revelación tácita con feroz determinación.
La posibilidad de que su hijo hubiera desaparecido le parecía imposible, inconcebible. Tal crueldad no podía existir en su realidad.
La desesperación se apoderó de sus movimientos mientras luchaba contra las limitaciones de su cuerpo.
«¡Esto no es real! ¡Necesito ver al médico inmediatamente!».
Noah la atrajo rápidamente hacia su pecho, envolviendo su tembloroso cuerpo con fuerza protectora. Su barbilla encontró la elegante curva donde su cuello se unía con su…
«Sadie… tendremos más hijos juntos. No estás sola en esta oscuridad».
El dique que contenía las emociones de Sadie se rompió por completo. Sus sollozos estallaron con una intensidad cruda y primitiva.
«¿Qué fuerza cruel ha permitido que esto suceda? Mi preciosa hija…».
Cada grito que escapaba de su garganta parecía llevar fragmentos de su corazón roto, creciendo en volumen como si su propia alma se estuviera desmoronando.
El abrazo de Noah se intensificó hasta que sus brazos rozaron el límite de la incomodidad. Cada sonido de su angustia excavaba heridas más profundas en su conciencia. El peso de la responsabilidad aplastaba su pecho: había fallado en proteger lo que más importaba.
Le besó el pelo mientras murmuraba palabras tiernas que eran como un bálsamo curativo.
«Sadie, ahora lo primero es que te recuperes. Cuando estés más fuerte, afrontaremos juntos el resto de la tormenta».
El tiempo se alargó infinitamente mientras Sadie lloraba en el santuario de su abrazo, y sus gritos desesperados se fueron convirtiendo poco a poco en sollozos agotados.
Sus ojos se habían convertido en heridas hinchadas y enrojecidas. Esa visión provocó agudos pinchazos de agonía en el pecho de Noah.
Ella respiraba entre sollozos, con las palabras aún impregnadas de un dolor abrumador.
Sus dedos se cerraron alrededor de la mano de Noah con la desesperación de alguien que se aferra a la salvación misma, mientras una frágil chispa de esperanza iluminaba sus rasgos devastados.
—Averi… por favor, dime que has encontrado a mi hijo.
La mirada de Noah se encontró con la de ella, y abrió la boca como si las palabras estuvieran a punto de salir.
Justo antes de que Noah pudiera responder, las bisagras susurraron una silenciosa protesta cuando la puerta se abrió para dejar entrar a Alex.
Alex absorbió la íntima escena que tenía ante sí: Noah acunando a Sadie contra la austera blancura de la cama del hospital. Algo indefinible pasó por su rostro antes de que sus rasgos se compusieran en una neutralidad ensayada. Se acercó con pasos mesurados, con un tono que transmitía la certeza inquebrantable que Sadie necesitaba desesperadamente oír.
—Sadie, Averi está a salvo. Me he asegurado personalmente de que el equipo médico le haya hecho un examen completo. Tu hijo está bien.
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