El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1121
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Capítulo 1121:
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Alex observó el procedimiento hasta que la satisfacción sustituyó a la ansiedad en su pecho, y entonces exhaló un suspiro de gratitud. Sus pies lo llevaron rápidamente hacia la sala de enfermeras.
—Disculpe, ¿ha terminado la operación de Sadie Hudson? Necesito saber su número de habitación. —Su voz denotaba la aspereza de la emoción reprimida y la preocupación desesperada.
La enfermera levantó la vista de sus papeles y sus dedos bailaron sobre el teclado mientras buscaba el historial de la paciente.
Tras una breve pausa, volvió a mirar a Alex, que la esperaba con impaciencia.
—La intervención ha concluido con éxito —le informó con eficiencia profesional—. La hemos trasladado a la habitación 303.
Alex le dio las gracias apresuradamente y se dirigió con paso decidido hacia el ala de hospitalización.
Se detuvo frente a la habitación 303 y extendió la mano hacia la puerta, firmemente cerrada.
A través de la barrera se filtraban conversaciones amortiguadas: reconoció la cadencia familiar de la voz de Noah entremezclada con los tonos más suaves de Sadie.
La mano de Alex se detuvo en el espacio entre la intención y la acción. Se le oprimieron las entrañas mientras emociones indescriptibles se agitaban bajo sus costillas como una tormenta que no podía comprender ni controlar.
El familiar dolor de llegar en segundo lugar lo atravesó. En los momentos de mayor vulnerabilidad de Sadie, Noah seguía siendo su compañero constante, mientras él se veía relegado a las sombras una vez más.
Minutos antes, Sadie había recuperado poco a poco la conciencia, como el amanecer que se abre paso entre las nubes densas.
Todo su cuerpo protestaba con la intensidad de alguien que había sobrevivido a un huracán devastador. Cada hueso cantaba su propia canción de agonía a lo largo de su maltrecho cuerpo.
Intentó cambiar de posición, elevarse, pero sus miembros respondieron con la resistencia lenta de pesos de plomo.
Una suave presión de una palma familiar se posó sobre su hombro, guiándola de vuelta al abrazo de la almohada.
—Por favor, no te esfuerces. Tienes que permanecer quieta. —Las palabras de Noah sonaron ásperas, pero impregnadas de tierna preocupación.
Sadie abrió los párpados con deliberada lentitud y el mundo a su alrededor se nubló en patrones difusos.
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Sin pensar, buscó con la mano la curva de su vientre, solo para descubrir una ausencia que le heló las venas.
Su corazón latía con fuerza contra sus costillas mientras el terror se apoderaba de ella con una velocidad despiadada.
La humedad se acumuló detrás de sus pestañas antes de caer en cascada por sus mejillas, mientras su voz temblaba con una vulnerabilidad devastadora.
—Mi bebé… ¿qué le ha pasado a mi bebé?
Las pestañas de Noah se cerraron como cortinas protectoras, proyectando sombras sobre sus rasgos. No podía reunir el valor para enfrentarse a la angustia descarnada de su mirada.
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