El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1113
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Capítulo 1113:
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Ahora no había duda. Noah estaba vivo.
Pero si eso era cierto, ¿qué significaba eso para Sadie?
Todos los miembros de la familia Wall se pondrían del lado de Noah en lugar de ella sin dudarlo.
En ese momento, retener a Sadie como rehén no tenía ningún sentido.
Los pensamientos de Farrell se dispersaron como cristales rotos.
Intentó articular una frase, pero su voz se quebró al preguntar:
«¿Qué quieres hacer?».
Noah avanzó, lento y deliberado, cada paso lleno de certeza.
El sudor le corría por la sien a Farrell. El pánico lo invadió. Apuntó con la daga hacia Noah, con el otro brazo apretando con fuerza el cuello de Sadie.
«¡Atrás! ¡Un paso más y la mato, lo juro!».
Noah se detuvo, con una media sonrisa en los labios, afilada e inquietante.
Sus ojos se posaron en Sadie. Tenía el rostro enrojecido, con el terror reflejado en él. Algo brilló en su expresión: arrepentimiento, tal vez incluso culpa.
—¿Por qué vas a por ella? —preguntó Noah. Su tono se mantuvo firme, pero había un filo oculto en él—. Llévate a mí en su lugar. Usa la cabeza. ¿No causaría mucho más revuelo controlar al antiguo presidente del Grupo Wall, al que todos creen muerto, que a la persona que ocupa su puesto ahora? Y si se trata de venganza, ¿no debería ser yo a quien persigues? Yo era el que estaba en la mesa de operaciones aquel día.
Farrell parecía como si le hubieran dado una descarga eléctrica. Abrió mucho los ojos. Estaba atónito.
Noah había tocado un punto sensible. Claro, quedarse con Sadie podría darle tiempo o dinero. ¿Pero secuestrar a Noah? Eso era un golpe de poder. Podría sacar más provecho y ajustar cuentas con el hombre que le había arruinado la vida.
Ese pensamiento encendió algo oscuro en la mirada de Farrell. La codicia bailaba en sus ojos, pero la cautela aún no lo había abandonado.
—Quítate la chaqueta. Ahora. Y camina despacio —dijo Farrell, con voz tensa y amenazante.
Noah desvió la mirada hacia los agentes que estaban cerca. El gesto fue breve, pero claro.
Se encogió de hombros, frío como siempre. —Está bien.
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Sin dudarlo, se quitó la elegante chaqueta y la dejó caer como si no costara más que el sueldo mensual de una persona normal.
Al otro lado de la habitación, Sadie entró en pánico. Sus ojos se clavaron en los de él, llenos de terror. Empezó a negar con la cabeza, con los labios temblorosos.
«¡No, no puede ser!». A Noah no le había resultado fácil volver a casa. Su cuerpo aún no se había recuperado del todo. No podía permitir que se volviera a poner en peligro.
Pero Noah respondió a su miedo con calma.
Sin perder el ritmo, empezó a avanzar. Sus movimientos eran firmes y controlados. Cada paso lo acercaba más a Farrell.
La habitación se quedó en silencio. Incluso el aire parecía contener la respiración.
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