El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1110
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Capítulo 1110:
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El médico asesino soltó un gruñido primitivo. Sus ojos oscuros ardían de odio mientras se giraba hacia su nuevo objetivo.
Sin dudarlo, volvió a blandir la daga y silenció al sirviente con una estocada salvaje. La sangre salpicó la lujosa alfombra.
El corazón de Sadie se hundió. Por una fracción de segundo, sintió como si el hielo se cristalizara en sus venas. Blaine había enviado a la mayor parte de las fuerzas de seguridad de Wall Manor, que se encontraban dispersas por Jazmah en busca de Averi.
Los nuevos guardias aún no habían llegado. La finca estaba ahora vulnerablemente expuesta, con su seguridad en su punto más precario.
Sadie se obligó a mantener la compostura mientras marcaba el número de emergencia con dedos temblorosos.
Pero el agresor se había dado cuenta. Su mirada depredadora se fijó en ella mientras se acercaba sigilosamente, con la daga lista para atacar.
En ese momento se conectó la llamada. Una voz femenina serena se escuchó a través del altavoz.
«Servicios de emergencia. ¿Cuál es su emergencia?». El tono seco de la operadora llenó la habitación.
Sadie apretó los labios y se contuvo para no responder de inmediato.
Rápidamente puso el teléfono en modo manos libres y, con movimientos sutiles, lo colocó boca abajo en la hendidura del sofá.
El operador, inquietado por el silencio siniestro, se puso cada vez más alerta.
Sadie apretó los puños, tratando desesperadamente de ganar unos segundos preciosos.
«Ni siquiera nos conocemos. ¿Por qué quieres matarme?». Su voz se mantuvo más firme de lo que se sentía.
El agresor avanzó otro paso y se arrancó violentamente la máscara, dejando al descubierto una sonrisa retorcida.
«¡Me has destrozado la vida, zorra! ¡Te mereces morir!». La saliva salía disparada de su boca contorsionada.
El operador comprendió al instante la gravedad de la situación. «¡Señora, mantenga la calma! ¡Ayuda en camino! ¡Por favor, haga lo que pueda para protegerse!». La voz del operador se endureció con urgencia profesional.
Sadie sintió que una chispa de esperanza se encendía en su interior. Si podía aguantar hasta que llegara la policía, ella y su bebé podrían sobrevivir a esta pesadilla.
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Agarró una almohada cercana y la abrazó contra su pecho como un escudo improvisado.
Su mirada permaneció fija en el hombre desquiciado que avanzaba hacia ella.
Había algo inquietantemente familiar en su rostro.
Entonces, en un destello cegador de reconocimiento, un nombre irrumpió en su conciencia: Farrell Adams. El mismo médico que iba a realizar la reparación craneal de Noah en el Hospital Ultracare, pero que había desaparecido en el último momento, casi provocando una catástrofe.
Durante su investigación sobre Hailey y Lawson, Sadie había descubierto las conexiones de Farrell.
Sus ojos ardían de furia. —Farrell —siseó entre dientes—, eres médico, tu deber es salvar vidas. Sin embargo, has conspirado con la familia Burgess por dinero y ahora estás matando a personas inocentes.
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