El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1106
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Capítulo 1106:
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Sus nervios se impusieron a su buen juicio y empujó la puerta. Estaba entreabierta.
Lo que vio en cuanto entró la dejó paralizada. Levantó la vista y se encontró con la mirada fija de Ralph. La conmoción la recorrió como una descarga eléctrica.
¿Qué hacía Ralph allí?
Su mirada recorrió la habitación, buscando a Sharon.
Ralph estaba sentado tranquilamente en el sofá y, a un lado, se encontraba Alfredo, el leal mayordomo de la familia Castro. Pero Sharon no estaba por ninguna parte. En ese instante, la
una pequeña chispa de esperanza dentro de Sadie se desvaneció por completo. Entró y saludó a Ralph cortésmente.
—Señor Castro.
Un largo suspiro escapó de los labios de Ralph.
Esperaba perseverancia por parte de Sadie. Lo que no había previsto era que su propio nieto rebelde interviniera y falsificara su letra.
Sadie continuó, con voz tranquila pero firme: —Señor Castro, sé que siempre ha intentado protegerme. Durante estos últimos tres años, ha cuidado de mí y siempre le estaré agradecida. Pero ya no soy una niña. Merezco saber la verdad, y puedo soportarla. Por favor… solo esta vez, déjeme decidir por mí misma.
Ralph bajó ligeramente la cabeza. Mientras estudiaba el rostro de Sadie, una imagen familiar parpadeó en su memoria: su viejo amigo, Absolon.
En ella había el mismo desafío. El mismo fuego. La misma voluntad inquebrantable. Ralph se quedó sentado en silencio durante un breve instante, luchando por encontrar las palabras adecuadas.
Levantó la mano para ajustarse las gafas. Sus ojos, aunque claros, brillaban ligeramente con una emoción contenida.
«Sadie, hay verdades que hacen más daño que bien. Algunas cosas solo traen dolor cuando las desentierras. ¿Por qué obligarte a saberlo?».
Antes de que pudiera terminar lo que intentaba decir, un fuerte estruendo resonó en la habitación. La puerta se abrió de golpe con un estrépito.
Blaine entró corriendo, con la respiración entrecortada y los ojos desorbitados. Ni siquiera miró a su alrededor antes de soltar: «¡Sadie! Acabo de recibir una llamada de Wall Manor: ¡Averi ha desaparecido!».
Sadie se quedó paralizada. Sus pensamientos se detuvieron. ¿Averi había desaparecido?
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Solo entonces Blaine se fijó en los demás que estaban en la habitación. Sus ojos se posaron en Ralph, cuya expresión se había vuelto fría como el hielo.
De repente, Blaine se quedó en silencio. Su inquietud se reflejaba en su rostro.
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué estaba allí su abuelo?
Sadie salió de su aturdimiento. Su conmoción se desvaneció.
—Señor Castro, lo siento mucho. Tendremos que hablar en otro momento. —Con esas palabras, dio media vuelta y salió corriendo de la habitación.
Blaine se quedó paralizado, con una incomodidad que lo envolvía como una segunda piel. Tenía las palmas húmedas y el corazón encogido.
—Abuelo, yo también me voy. Quizá pueda ayudar en algo o…
No se molestó en terminar. En cuanto las palabras salieron de su boca, ya estaba corriendo tras Sadie. Ralph y Alfredo intercambiaron una mirada, silenciosos y pensativos.
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