El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1096
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Capítulo 1096:
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El caos en el Hospital Ultracare, a pesar de sus esfuerzos por contenerlo, acabaría saliendo a la luz. Y con gente como Hailey y Forest luchando por salvarse, no había duda de que echarían más leña al fuego si eso significaba desviar la atención del público.
Un suave suspiro escapó de sus labios mientras sus hombros se hundían. El peso de lo inevitable finalmente se había asentado.
Sus ojos se posaron en el cielo nocturno fuera de la ventana y su voz denotaba agotamiento. «En aquel entonces, Coyle y Sutton estaban sembrando el caos y Noah no recordaba quién era. Traerlo de vuelta con la familia Wall de esa manera habría sido como arrojarlo al fuego. No dije nada sobre quién era realmente porque quería que se hiciera más fuerte y recuperara primero sus recuerdos. No pensé que las cosas se precipitarían tan rápido…».
Sadie nunca había imaginado que Hailey sería tan imprudente como para llevar las cosas tan lejos, a punto de desencadenar un desastre.
Ahora que el daño ya estaba hecho, ya no había lugar para los secretos. En lugar de esperar a que otros lo revelaran, Sadie decidió hacerlo ella misma.
Una chispa de determinación brilló en sus ojos mientras ordenaba sus pensamientos. Volviéndose hacia Samuel, dijo con tranquila determinación: «Mañana por la mañana, envía a alguien a Wall Manor. Pídele a Isabel que venga aquí».
Como madre de Noah y accionista clave del Wall Group, Isabel tenía un poder que no podía ignorarse. Era hora de que Isabel lo supiera todo y tomara las decisiones que marcarían el futuro de la familia.
Samuel parpadeó sorprendido, pero enseguida lo comprendió. No era solo una petición, era una declaración. Sadie estaba a punto de hacer oficial la identidad de Patrick.
Respiró hondo y asintió con firmeza. —Entendido, señora Hudson. Me encargaré de ello inmediatamente.
Una vez que la puerta se cerró tras él, el silencio volvió a la habitación.
Sadie tomó la mano de Noah y sintió cómo el frío de sus dedos se le filtraba en el pecho como hielo. Se inclinó hacia él y, con la voz quebrada por la emoción, le susurró: «Vas a estar bien, Noah. Tienes que estarlo».
Afuera, el cielo se había vuelto completamente negro, como si el mundo mismo se hubiera sumido en la sombra.
Aún sentada junto a la cama de Noah, Sadie apoyó la cabeza junto a la de él y se quedó dormida sin darse cuenta.
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En la quietud de la habitación del hospital, el único sonido era el ritmo constante y mecánico de los aparatos médicos.
A una hora desconocida, una suave sensación despertó a Sadie de su letargo. Unos dedos le acariciaron suavemente el pelo, irradiando un calor que no había sentido en lo que le pareció una eternidad.
Con una sacudida, se incorporó y se despertó por completo en un instante.
Su mirada somnolienta se fijó en un par de ojos familiares y tiernos.
No solo la miraban, la devoraban con la mirada, como si fuera un tesoro perdido que de repente había regresado.
Durante un momento, no pudo moverse.
Parpadeó una vez. Luego otra vez.
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