El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1061
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Capítulo 1061:
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Noah estudió su tez cenicienta y la ansiedad que nadaba en sus ojos, con el corazón contraído por la angustia compartida.
Levantó la mano, apartando con ternura las lágrimas cristalinas que se aferraban a sus pestañas. «Sí, se pondrá bien», declaró con férrea certeza. «Confía en mí.
Encontrar a Sharon trascendía la urgencia: necesitaba respuestas no sólo para Sadie, sino también para desentrañar los enigmas que se multiplicaban en su propio corazón.
Los responsables se enfrentarían a su ira incontenible.
Con sumo cuidado, Noah recostó a Sadie contra las almohadas. «Tu prioridad debe ser recuperar fuerzas, cuidarte y…». Dudó un momento. «Nuestro bebé».
Su tono se derritió involuntariamente al referirse a su hijo nonato, la ternura impregnando cada sílaba.
«Ya hay guardias apostados por todo el hospital. La seguridad está garantizada. Concéntrate en descansar y te mantendré informada de la evolución».
Sadie inclinó la cabeza en señal de reconocimiento. Las acciones impulsivas sólo entorpecerían los esfuerzos de Noah y agravarían su situación. La paciencia se convirtió en su único recurso.
Y el bebé… La realidad la invadió de nuevo. Su hijo seguía creciendo dentro de ella, dependiendo de su vigilancia. Debía dar prioridad al bienestar de ambos.
«Entonces date prisa», imploró, agarrando la mano de Noé. «Y protégete de cualquier daño».
La mirada de Noah se clavó en la suya con profunda intensidad antes de descender y apretar los labios contra su frente en una solemne promesa. «Lo haré.
Giró bruscamente y salió de la habitación con determinación a cada paso.
Apenas unos minutos después, las bisagras crujieron cuando la puerta volvió a girar hacia dentro. Sadie supuso que Noah había olvidado algo crucial y separó los labios para preguntar.
Pero su mirada no se encontró con los rasgos familiares de Noah, sino con la inesperada presencia de Blaine.
Su ceño se frunció de confusión. ¿Qué asunto había traído a Blaine junto a su cama a esas horas?
«¿Algo ha interrumpido las operaciones en la empresa?» preguntó Sadie, con un cosquilleo de aprensión en la espalda.
La desazón se apoderó de Blaine al entrar, con la ansiedad grabada en sus facciones. Al ver a Sadie apoyada en sus almohadas, pálida pero alerta, el alivio se apoderó de él en una exhalación silenciosa. Menos mal. Su estado no parecía crítico, sino estable.
La noticia del colapso de Sadie le había hecho correr entre el tráfico para llegar al hospital.
«No, nada catastrófico», le aseguró Blaine, alisándose la corbata. «Pero la familia Higgins ha enviado hoy a alguien a nuestras oficinas, insistiendo en fijar la fecha de tu boda».
«Me enteré de que te habías desmayado, así que vine enseguida», dijo Blaine, con una nota de urgencia en el tono.
Sadie se llevó instintivamente la mano al estómago.
Ese viejo y astuto Rodger debía de haber orquestado todo esto. Nathan no tenía ni idea.
Sus esponsales siempre habían sido una decisión calculada, un trampolín. Ahora que Nathan se había asegurado las riendas del Grupo Higgins, ya no había necesidad de fingir.
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