El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1059
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Capítulo 1059:
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Sharon se quedó paralizada, sus instintos le gritaban que se alejara del ominoso vehículo.
Antes de que pudiera reaccionar, las puertas del coche se abrieron de golpe y varias figuras imponentes vestidas con trajes negros salieron de su interior.
El terror se apoderó del corazón de Sharon, que giró sobre sus talones, desesperada por ponerse a salvo.
Sólo consiguió dar un paso antes de chocar contra un muro de hombres de traje negro que se habían materializado detrás de ella, cortándole la vía de escape.
Los hombres la agarraron por los brazos con fuerza y la arrastraron hacia el vehículo que la esperaba.
A pesar de su feroz resistencia, las viejas fuerzas de Sharon resultaron inútiles contra su despiadada eficacia.
Un grito de sorpresa salió de su garganta antes de que la metieran bruscamente en el oscuro interior del vehículo.
La puerta del coche se cerró de un portazo con una nauseabunda finalidad que resonó en la tranquila calle.
Con un gruñido gutural, el motor del sedán cobró vida mientras el vehículo se alejaba, sin dejar más que bolsas de comida aún humeante abandonadas en el implacable pavimento.
Pasaron dos horas hasta que Sadie recobró el conocimiento y sus párpados se abrieron en la silenciosa habitación del hospital.
La dura luz del sol de la tarde entraba a raudales por las persianas, obligándola a entrecerrar los ojos contra su intrusa luminosidad.
Con movimientos cuidadosos, movió sus rígidos miembros y se apoyó en la fría cabecera metálica.
La habitación estaba inquietantemente vacía, sin más señales de vida que su respiración entrecortada.
¿Había abandonado Noah su promesa tan rápidamente?
Una inesperada oleada de desolación se abatió sobre ella, vaciándole el pecho como si le hubieran extirpado silenciosamente una parte vital de sí misma.
La puerta se abrió de golpe sin previo aviso.
Noah irrumpió en la habitación y cruzó a su lado a grandes zancadas, con el rostro tenso por la preocupación. «Sadie», anunció, con tensión en cada sílaba, «Sharon ha desaparecido».
A Sadie se le secó la sangre de la cara ante su revelación. «¿Qué?» susurró, su voz apenas audible. Su cuerpo reaccionó antes de que su mente pudiera ponerse al día, tambaleándose automáticamente hacia el borde de la cama.
El brusco movimiento desencadenó un dolor como un cuchillo que le atravesó el bajo vientre.
«¡Ah!» Un grito de dolor escapó de sus labios mientras gotas de sudor helado se materializaban instantáneamente en su frente.
Noah se abalanzó hacia ella y su fuerte mano la agarró por el hombro con una suavidad tranquilizadora.
El frágil estado físico de Sadie no estaba en condiciones de asimilar una noticia tan devastadora.
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