El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1047
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Capítulo 1047:
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Muchos de sus recuerdos pertenecían a este lugar.
Traer las cenizas de sus padres era como cerrar un círculo.
No estaba segura de lo que vendría después. Pero por ahora, este era su lugar.
Cuando llegaron a la quinta planta, se detuvo en el apartamento 501. Respiró hondo. Respiró hondo y buscó la llave. Pero la puerta ya estaba ligeramente abierta.
Una oleada de inquietud se apoderó de ella. Estaba segura de haberla cerrado antes de salir la última vez. ¿Quién había estado aquí?
Un destello de duda cruzó su mente. ¿Cómo podía estar abierta la puerta?
Empujó la puerta y entró.
Noah la siguió de cerca.
El suave resplandor de una lámpara amarilla llenaba la habitación.
Una figura estaba de pie en el salón, de cara a la pared, estudiando un viejo cuadro.
Era Alex. Se giró al oír el ruido.
Cuando vio a Sadie, la sorpresa brilló en sus ojos. Luego, una cálida sonrisa ocupó su lugar.
«¿Sadie?» Su voz llevaba una alegría abierta. «Has vuelto. Su mirada se suavizó, suave como la luz del sol de primavera.
Pero entonces sus ojos se posaron en las dos pequeñas urnas en sus brazos, y su sonrisa se desvaneció un poco.
«He venido a ver a Laura», dijo, con un tono sincero. «Pensé que podría sentirse sola aquí, así que quise sentarme con ella un rato». Sadie había vuelto. Y sostenía… ¿qué era eso?
Los ojos de Alex pasaron de las urnas a Noah, que estaba detrás de ella.
El hombre era alto, vestido con un traje negro que hacía juego con el atuendo de Sadie. Su rostro estaba casi oculto por una máscara.
Pero incluso con la máscara, la forma familiar, la presencia firme, Alex sabía exactamente quién era.
Su sonrisa desapareció; una mirada dura se posó en su rostro. Sus cejas se tensaron.
¿Por qué estaba ese hombre aquí? ¿Por qué ahora, en un lugar que significaba tanto para Sadie?
Sin pensarlo, Alex dio un paso adelante. Agarró a Sadie del brazo y tiró de ella para acercarla.
La mirada de Noah se oscureció. Un destello frío brilló en sus ojos. Se quedó mirando la mano de Alex que agarraba a Sadie, y su irritación fue en aumento.
Alex siempre aparecía donde no le llamaban.
Alex ignoró la fuerte tensión que había entre ellos. Sostuvo la mirada de Noah con tranquila determinación.
«Señor Noel», dijo Alex, recalcando el nombre, sin dejar calidez en sus palabras. «Esta es la casa de Sadie. Nuestra casa. Usted no es bienvenido aquí. Váyase, por favor».
Noah permaneció en silencio. Ni siquiera miró a Alex.
Sus ojos recorrieron con calma el apartamento, observando los muebles desgastados pero acogedores.
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