El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1046
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1046:
🍙🍙🍙🍙 🍙
Sadie y Noah pasaron junto al empleado sin decir palabra. Se dirigieron directamente al sedán de lujo que esperaba junto a la acera.
Sadie subió primero, pisando con cuidado sus tacones altos.
Apoyó suavemente las urnas sobre el regazo.
Noah subió tras ella.
Sadie habló con el conductor, con voz un poco áspera. «Apartamentos Pearlhall, por favor».
El conductor hizo un pequeño gesto con la cabeza.
El coche avanzó suavemente, alejándose del cementerio Evergreen. Dentro del coche, el único sonido era el silencioso zumbido del motor mientras dejaban atrás el cementerio.
Sadie acercó las urnas y miró por la ventanilla, con la mirada perdida. La oscuridad del exterior parecía hacerse eco de la tristeza de sus ojos. Diecisiete años de búsqueda habían terminado por fin, pero la respuesta la dejaba vacía.
Las cenizas de sus padres se sentían demasiado ligeras en su regazo, como si una brisa pudiera llevárselas.
Quería abrazarlos más fuerte, pero temía perder la frágil conexión que le quedaba.
Sabía que el dolor no le daría respuestas. Tenía que mantenerse firme. Tenía que descubrir la verdad, por ellos y por ella misma.
Noah se sentó a su lado, observándola en silencio. Podía sentir el peso de su dolor.
Sadie -siempre la fuerte- bajaba ahora la guardia, mostrando una parte de sí misma que pocos veían.
Noah deseaba poder acercarse a ella y consolarla. Pero no estaba seguro de cómo hacerlo. Ella no necesitaba palabras vacías. Necesitaba algo real, algo sólido.
Y él se lo daría. Necesitara lo que necesitara, eligiera el camino que eligiera, él estaría a su lado. La protegería. La ayudaría.
Fue una promesa que se hizo a sí mismo, un voto silencioso que no podría romper.
Media hora más tarde, el coche entró en un barrio antiguo. Se trataba de los apartamentos Pearlhall, donde una vez vivió Laura.
Noah miró por la ventanilla y contempló los edificios viejos, las paredes desconchadas y las plantas silvestres que se arrastraban por las vallas.
Había algo en aquel lugar que le atraía, un extraño parpadeo de déjà vu que le inquietaba.
¿Había estado aquí antes? ¿Cuándo? ¿Cuándo?
Pero las respuestas parecían lejanas, enterradas bajo años que no podía alcanzar. Antes de que pudiera decir nada, Sadie ya había salido del coche, con las urnas aún en los brazos. Él la siguió en silencio. Entraron en el edificio.
El vestíbulo estaba en penumbra, impregnado de un olor rancio a madera vieja y polvo. Cada paso en las escaleras parecía pesado, como si estuvieran caminando entre viejos recuerdos.
Sadie avanzó, sujetando las urnas, con paso firme.
Aquí había crecido con su abuela.
.
.
.