El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1040
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1040:
🍙🍙🍙🍙 🍙
El ceño de Sadie se tensó, el cambio de planes la desconcertó.
¿Aún no? Entonces, ¿cuándo?
¿Qué quería decir realmente?
«¿Qué intentas decir?», preguntó, con voz cautelosa.
Habían pasado varias horas sin que se diera cuenta. El cielo se había vuelto completamente negro.
Cerca de la entrada del cementerio Evergreen, un elegante Maybach negro se detuvo junto a la acera, con el motor zumbando en silencio.
Un suave chasquido rompió el silencio cuando la puerta se abrió y Sadie salió, con el agudo golpe de sus tacones contra el pavimento. Más que sombría o discreta, su aspecto se inclinaba hacia la alta sociedad: un elegante vestido negro de cóctel ceñía su figura, su pelo estaba perfectamente peinado y un collar de perlas descansaba delicadamente sobre su cuello.
El conjunto podría haber llamado la atención en una gala, pero no en un lugar donde los muertos yacen inmóviles.
Sin mediar palabra, extendió la mano y enlazó su brazo con el de Noah con una rigidez que sugería que aún no estaba convencida del plan. Vestido con un traje negro a medida, Noah estaba a su lado, sereno y formal, todo un caballero de escolta.
Juntos, más que visitar una tumba, parecían llegar a una fiesta exclusiva.
Sadie inclinó ligeramente la cabeza y lo miró, con tono irritado. «¿Esta es tu gran idea? ¿Aparecer vestido así en mitad de la noche? ¿Quién hace eso en un cementerio?».
Tenía que haber una forma mejor. Cualquier cosa habría llamado menos la atención que esta ridícula exhibición.
Inclinándose ligeramente, Noah bajó la voz, tranquilo y deliberado. «Baja la voz. Confía en mí y sígueme la corriente».
Sadie contuvo un gemido, su paciencia se estaba agotando. Fuera cual fuera el juego que estaba jugando, más valía que mereciera la pena.
Desde la entrada, una figura se agitó. El vigilante del cementerio, atraído por el sonido de las voces, salió a la penumbra.
Sus ojos se entrecerraron al verlos.
No había duda de su elegancia. El hombre era llamativo y la mujer aún más. Su pulido aspecto denotaba riqueza o influencia, o ambas cosas.
Pero algo no encajaba. ¿Qué clase de pareja se presentaba así en un cementerio a esas horas?
A pesar de su curiosidad, el empleado mantuvo un tono cortés al acercarse. «¿Puedo ayudarle en algo?».
Noah soltó el brazo de Sadie y adoptó una expresión más sombría, su voz adquirió una nota de dolor. «Sí. Un anciano de la familia falleció repentinamente hace unos días. Mi mujer y yo queríamos buscarle un lugar adecuado para descansar… algún sitio tranquilo».
La boca de Sadie se crispó ligeramente, su autocontrol apenas conteniendo una burla ante su torpe actuación.
.
.
.