El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1020
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Capítulo 1020:
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La puerta se abrió silenciosamente cuando Breck entró, con la ansiedad aún grabada en las líneas alrededor de sus ojos.
«Señor Noel, ¿quizás debería considerar volver a casa para descansar como es debido? Yo puedo vigilar el estado de la señorita Hudson», sugirió Breck con suavidad.
El subtexto tácito pesaba mucho entre ellos. El estado civil de Noah hacía que pasar la noche en la cama de otra mujer fuera potencialmente inapropiado y escandaloso.
Noah mantuvo la mirada baja, sus dedos apretando instintivamente su agarre protector alrededor de la mano flácida de Sadie.
«No será necesario», respondió con calma, sin admitir contradicciones. «Puedes retirarte por esta noche». Le dirigió una mirada significativa.
Noah se volvió hacia Jack, que vacilaba en el umbral, con la misma confusión moral evidente en su expresión. «Lo mismo te digo a ti».
Breck y Jack compartieron un momento de silenciosa comprensión, con la resignación mutua reflejada en sus miradas.
Cuando Noah tomaba una decisión, intentar cambiar su rumbo resultaba invariablemente inútil.
Reconociendo la derrota, asintieron respetuosamente antes de retirarse en silencio de la habitación del hospital.
La puerta se cerró tras ellos, creando un santuario libre de juicios externos y miradas indiscretas.
Noah centró toda su atención en la vulnerable figura de Sadie, entrelazando sus dedos con los de ella en un gesto protector que decía mucho más de lo que sus palabras nunca podrían decir.
A la mañana siguiente, las pestañas de Sadie se agitaron mientras parpadeaba lentamente.
Lo primero que la recibió fue la gran extensión del techo blanco. Sentía el cuerpo sin fuerzas, los miembros pesados y la mente nublada.
Esto… ¿Estaba en un hospital? ¿Qué le pasó anoche? Sus recuerdos eran vagos, en el mejor de los casos. Recordaba que se sentía fatal y luego todo se volvió negro.
Con cautela, giró la cabeza hacia un lado y su mirada se posó en la figura encorvada en el borde de la cama, profundamente dormida. Su perfil era tan afilado como recordaba, sus rasgos cincelados y bien definidos, aunque tenía las cejas ligeramente fruncidas.
¿Noah?
Sadie lo miró estupefacta. ¿Qué hacía él aquí?
Sus pensamientos aún estaban un poco confusos, así que no podía pensar con claridad.
Cambió de posición e intentó coger el vaso de agua de la mesilla de noche. Pero sus movimientos, por pequeños que fueran, bastaron para despertar al hombre dormido.
Los ojos de Noah estaban vidriosos por el sueño cuando levantó la cabeza, pero se enfocaron al instante cuando vio que Sadie estaba despierta.
«¿Estás despierta?», espetó. «¿Qué intentas hacer? ¿Necesitas que te lleve al baño?». Ya se estaba poniendo de pie mientras hablaba.
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