El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1006
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Capítulo 1006:
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La expresión empapada en lágrimas de Hailey vaciló, sólo por un latido. Una oleada de alegría surgió en su interior. Sentía como si el universo estuviera de su parte. Las lágrimas brotaron aún más rápido, aunque ahora estaban mezcladas con algo que casi parecía alivio.
«Sra. Hudson…» Se le quebró la voz al intentar hablar. Ahogada por el peso de sus propias palabras, añadió: «Por favor… Se lo ruego. No haga daño al niño que llevo dentro. No ha hecho nada malo».
Una de sus temblorosas manos descansaba sobre su estómago, un gesto que la hacía parecer más frágil que nunca.
«Dejaré a Noah. Ahora mismo, si eso es lo que quieres», continuó, con la voz temblorosa por la convicción. «No volverás a verme. Desapareceré para siempre. Sólo… por favor, déjeme ir, señora Hudson». No parecía haber ninguna pretensión en su tono, sólo cruda desesperación.
Los jadeos resonaron entre los espectadores que habían permanecido atentos.
«Esto es increíble…»
«¿Está embarazada? ¿Y la Sra. Hudson todavía va tras ella de esta manera?»
«¿En serio? La Sra. Hudson siempre parecía tan pulida. No pensé que pudiera ser tan despiadada.»
«¿No es ella la amante? ¿Cómo le dio la vuelta a esto?»
«Que dirija Wall Group no le da derecho a tratar a la gente como basura».
«¡Esto es abuso de poder!»
«¡Boicot al Grupo Wall! Con alguien como ella en la cima, la empresa está destinada a ir cuesta abajo.»
Ante la repentina avalancha de críticas, Sadie no se inmutó. Ni una sola vez. En lugar de eso, sonrió.
Con pasos lentos y deliberados, acortó la distancia que la separaba de Hailey, que permanecía en el suelo, actuando como si llevara a cuestas el dolor de todas las mujeres del mundo.
Entonces ocurrió algo inesperado: Sadie le tendió la mano.
«Señorita Burgess, el suelo debe estar helado», dijo Sadie con sereno aplomo. «Vamos a levantarla primero. Hablaremos después».
Los sollozos cesaron en un instante. Hailey parpadeó, visiblemente alterada por la inesperada amabilidad. ¿No se suponía que Sadie debía estar enfadada o avergonzada? ¿Qué pretendía?
La confusión se apoderó de sus entrañas, mezclada con inquietud. ¿Qué estaba haciendo realmente Sadie? Con todos los ojos de la cafetería puestos en ella, Hailey se encontró acorralada. Si rechazaba el gesto, parecería mezquina y desagradecida.
Su mirada se desvió hacia los espectadores. Sus expresiones se lo decían todo: no tenía más remedio que seguirles la corriente. Lentamente, extendió la mano, fría y reacia.
Sadie la agarró con firmeza, sin forzarla, y volvió a poner a Hailey en pie. Hailey se incorporó con un ligero tambaleo. La calidez de aquel contacto la inquietó más de lo que esperaba.
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