El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1003
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Capítulo 1003:
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Entraron en una cafetería cercana.
Un servidor se acercó a su mesa, y Hailey habló primero, su comportamiento aplomado y pulido.
«Dos cafés con leche, por favor. Uno caliente. Gracias».
Luego, volviéndose hacia Sadie, Hailey colocó suavemente una mano sobre su propio vientre.
El movimiento fue sutil, pero inequívocamente asertivo, un recordatorio de su estatus.
Con calculada dulzura, añadió: «Espero que no sea un problema. Mi médico me advirtió que no tomara nada frío, órdenes del bebé». A Sadie le pareció nauseabunda la exhibición.
Lo único que deseaba era acabar con aquello cuanto antes e irse.
Su voz cambió, precisa y enérgica.
«Sra. Burgess, su pedido personalizado está casi terminado. He enviado borradores preliminares al Sr. Noel, aunque aún no he recibido la información final». Hizo una pausa y sacó la tableta del bolso.
«Dado que no es una cita programada, sólo he traído los archivos digitales».
Abrió la carpeta y le entregó el dispositivo. Hailey hojeó los bocetos, claramente poco impresionada. Su ceño se fruncía con cada ojeada.
Las piezas tenían la estética característica de Noah, majestuosas y lujosas, pero carecían del matiz romántico y suave que ella había imaginado.
Y, sobre todo, no eran lo que ella quería.
Levantó la vista con un mohín exagerado.
«Se supone que eres el prodigio de la década, pero esto… parece fuera de marca, ¿no crees? Dígame, Sra. Hudson, ¿es intencionado? ¿Algún tipo de desaire personal?»
Los dedos de Sadie se curvaron bajo la mesa, aunque su expresión permaneció impasible. Su respuesta fue suave, distante.
«Estos borradores siguen al pie de la letra las directrices del señor Noel. Si los dos tienen visiones diferentes del diseño final, les sugiero que unan sus expectativas. Ajustaré el diseño en consecuencia».
Hailey captó el despido velado. Dejó la tableta a un lado y suavizó su actitud.
Con un delicado suspiro, dijo: «No me malinterprete, señora Hudson. Noah y yo estamos muy implicados en esta celebración. Cada detalle es importante, sobre todo las joyas. Naturalmente, somos un poco… meticulosos. Espero que pueda apreciarlo».
En ese momento llegaron las bebidas, una caliente y otra helada.
Hailey cogió la suya y bebió con una delicada inclinación de muñeca.
Hizo un gesto de aprobación. «No está mal.
Luego levantó la vista y su sonrisa reapareció como un reloj.
«Por cierto, los helados de aquí son fantásticos. Debería probarlos, señorita Hudson».
Sadie dudó. En sus primeras semanas de embarazo, sabía que no podía tomar nada helado. Pero un rechazo rotundo sería la excusa perfecta para que Hailey la llamara maleducada.
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