El Amante Profesional: Maestro del placer - Capítulo 206
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Capítulo 206:
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«No hace falta mucho para que quiera follarte, nena, y lo sabes». Me acarició el cuello y me pellizcó un pezón, luego me tiró de los piercings pezón por pezón.
«Zal…» Gemí su nombre mientras me besaba en la ingle. Y cuando su boca atrapó la punta de mi verga goteante, mi mano bajó para agarrar mechones de su pelo, acercándolo a mi dolorida erección. Mis piernas se abrieron más para acomodar a mi marido y el hombre optó por colocar sus manos en la parte posterior de mis muslos, llevándolos a descansar sobre sus hombros. Gemí al sentirme expuesta. Las suyas recorrieron mi cuerpo sin pudor, haciendo que mi pre-cum goteara aún más.
«Oh. Mi. Zal… Por favor», me sonrojé aún más mientras usaba una almohada para levantarme el culo y devorarme la polla y los huevos a su gusto, lo que hace que también sea de mi agrado, porque juro por Dios que mi marido tiene demasiado puto talento cuando decide centrar su atención en complacerme.
Me corrí con fuerza y él me tragó entero, pero sé que estaba lejos de terminar. Porque cuando buscó el lubricante, el hombre me miró y sonrió. Juro que en ese momento mi polla decidió volver a la vida.
«Levanta tus piernas para mí, bien… así, te ves tan malditamente hermosa,»
Quiero decirle que no me sentía guapa tumbada boca arriba, con una almohada bajo la cintura que me sostenía la ingle más arriba, mientras mis brazos abrían más mis muslos para él. Me sentía completamente expuesta, expuesta, y tan lista para ser engendrada con su semen.
«Te necesito. Críame». solté, sintiendo que me ruborizaba en cuanto las palabras salieron de mi boca.
«Joder, nena, has dicho la cosa más dulce». Se inclinó sobre mí y me acarició el pezón, lamiéndolo y chupándolo, jugando con las pequeñas barbas mientras yo sentía cómo cada sensación iba directa a mi dura polla. Sí, nunca tarda mucho en hacerme
caliente después del clímax.
«¿Quieres que te folle? ¿Quieres sentir mi esperma caliente en ese culito tan apretado que tienes?». Se burló mientras sus dedos lubricados se deslizaban dentro de mí. «Sí… sí, por favor».
«¿Quieres que te folle duro y te reproduzca?»
«Tanto, joder, oh Dios Zal… por favor», me estremecí mientras me metía otro dedo y entraba y salía de mí antes de jugar con mi punto dulce.
Grité su nombre cuando cambió de dedos y su gruesa polla me penetró con fuerza. Le pedí más y me lo dio. Mis rodillas estaban sobre su pecho segundos antes de que me pusiera a cuatro patas y agarrara con una de sus manos mi pecho. Mi marido me sujetaba con fuerza mientras su polla se estiraba y golpeaba mi culo cada vez más fuerte y profundo. «¿Estás lista para mi corrida?»
«Sí… por favor, por favor…»
«Voy a procrearte bebé y quiero que lo mantengas ahí».
«Oh…mi, Zal, ahora…por favor, voy a correrme».
Ambos jadeábamos con fuerza mientras llegábamos al clímax segundos después. Él me llenó y yo lo ordeñé hasta dejarlo seco.
Zal, sacó lentamente antes de alcanzar algo en nuestra mesita de noche. «Voy a enchufarte y vas a sentirme dentro de ti mientras te reúnes con Felicity esta mañana. Y lo volveré a hacer cuando te reúnas con tu madre y tu hermana. Quiero que sepas que estoy contigo incluso cuando no lo estoy».
«Sí… por favor», gemí al sentir cómo el plug anidaba en mi interior. Mi mente se aligeró al desaparecer mis pesados pensamientos, sabiendo que siempre tendría a Zal para llevar el peso de mis problemas. Ni siquiera me lo pidió, simplemente se hizo cargo de mi situación y se limitó a quererme. El puto 10 me ve y yo le quiero por hacerlo.
«Felicity», saludó Oscar a la mujer mayor que, según me había enterado, llevaba años trabajando para él. Sí, había investigado sus antecedentes y todo cuadraba perfectamente.
No había nada de qué preocuparse.
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