El Amante Profesional: Maestro del placer - Capítulo 164
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Capítulo 164:
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Los dos hacían una bonita pareja y les deseé lo mejor.
Después de una de esas cenas en casa de Zal y Oscar, Ghazi me preguntó si quería mudarme a una casa en vez de quedarme en su ático. Le dije que no, sobre todo porque no quería el lío de trasladar todas mis cosas, sobre todo tan cerca de la fecha de nuestra boda. Además, también estaba la inauguración de mi nueva tienda.
Había pospuesto la fecha de apertura porque a Jacqueline le encantaba el espacio y quería ocupar la zona del segundo piso para nuestro negocio. Como si yo no fuera a estar lo suficientemente abrumado con el lanzamiento de la tienda y la adaptación a trabajar con mi personal recién contratado.
Para empezar, sólo había cuatro personas, pues no quería agobiarme, pero todas habían sido sometidas a estrictos controles de antecedentes por Ghazi y su equipo de seguridad.
Pero Ghazi tenía razón, nunca podría decirle que no a Jacqueline, y mi prometido se rió cuando le dije que tenía una cita con ella y el diseñador de interiores para ver qué podía hacer con el segundo piso para la nueva empresa del negocio de Jacqueline y el mío. «Será bueno para ti tener los negocios bajo un mismo techo. Ve paso a paso, no te agobies. Estoy segura de que Jacqueline no te hará trabajar demasiado, sólo mira cómo lleva los preparativos de la boda».
Gemí, por supuesto él sabía cómo Jacqueline se estaba apoderando de mi boda y se había reído, pero estaba contento de que tuviera más tiempo libre para nuestras sesiones sensuales. Me senté a horcajadas sobre su regazo, estábamos en el despacho de su casa. No me cansaba de ver a Ghazi trabajando en su despacho con su agenda actual, así que… era natural que buscara su cercanía.
«Sigo pensando que Robyn y Jacquelyn están recogiendo nuestra desbordante agenda antes de irnos de luna de miel. Uf… no veo la hora de irme, pero luego no quiero volver al trabajo. ¿Soy tan mala por querer que estéis todos conmigo? A lo mejor acepto tu oferta y nos compramos una casa en una isla remota y pasamos allí el resto de nuestras vidas. No necesitaré mucho. Sólo a ti y a tu eterna calentura».
Ghazi rió y curvó el dedo, llamándome para que me acercara y fundiéramos nuestros labios en un acalorado beso. Dios… nunca me cansaba de mi marido. Mis caderas se movieron para estrecharse contra él, la cercanía familiar me hizo perderme en nuestro beso. Mis manos se movieron para desabrocharle la camisa y apartar el costoso material de su cuerpo antes de inclinarme para trazar mis besos desde la base de su cuello hasta lamer y mordisquear sus pezones. Cuando Ghazi me puso la mano en la nuca, me dejé guiar por él para acariciarle y chuparle un pezón cada vez,
Sus gemidos guturales me la pusieron dura y me levanté y empujé su silla de oficina para arrodillarme entre sus piernas. Mis ojos no
de su mirada apreciativa mientras le desabrochaba el cinturón y le ayudaba a quitarse los pantalones y los calzoncillos. Su polla estaba dura y lista para mí, y dejé escapar un zumbido de satisfacción mientras me
saboreó su pre-cum. «Maldita sea, nena…»
«Me encanta tu sabor, delicioso». Lamí su raja antes de rodear con mis labios la cabeza de su polla y dejar que su mano me guiara para trabajar en su longitud. Me la metí hasta la garganta y sentí palpitar mi polla mientras me decía que me desabrochara los vaqueros y me acariciara.
«Quítate los vaqueros, desnúdate, quería verte arrodillada desnuda y dándote placer mientras me la chupas.
Eso es… ese es mi buen chico, joder… me estás matando, Remy». Ghazi maldijo cuando vio que llevaba puesto mi suspensorio negro. Era una de mis nuevas cosas favoritas que me había comprado. Sabía que le encantaba cómo me apretaba el culo y le facilitaba el acceso para follarme sin quitármelo.
«Levántate», dijo con voz ronca. Me ayudó a levantarme y me besó con fuerza, empujando su lengua más allá de mis labios y entrelazando nuestras lenguas con la habilidad suficiente para hacer que me derritiera en su contacto.
La forma en que sus manos envolvían mi cuerpo desnudo hizo que el calor entre nosotros se disparara tanto que dejé que me llevara hasta el sofá y me inclinara sobre su respaldo.
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