El Alfa y Luna: Un amor destinado al fracaso - Capítulo 183
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Capítulo 183:
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Punto de vista de Jaxon
Mientras miraba a Seraphina de pie ante nosotros, prometiendo cambiar, no podía evitar la persistente desconfianza que me carcomía. Ella no era una enemiga cualquiera, sino alguien en quien una vez había confiado, alguien que no solo me había traicionado a mí, sino a toda la manada. A pesar de sus palabras que sonaban sinceras, incluso las promesas más fuertes podían ser vacías.
Después de un momento, me volví hacia Mira.
—Mira —dije, manteniendo una voz firme y segura—, a partir de ahora, Seraphina es tu responsabilidad. Vigílala de cerca en todo momento. Puede proporcionarnos información, pero no debe saber nada más allá de nuestras instrucciones. Si intenta entrometerse, o incluso mira donde no debe, infórmame inmediatamente.
La mirada de Mira era de acero mientras me miraba a los ojos y asintió.
—Entendido, Alfa. Me aseguraré de que no se entere de nada que no queramos que sepa.
Por su parte, Seraphina parecía imperturbable. Asintió levemente, como si entendiera que esa era la única manera de ganarse aunque fuera una pizca de nuestra confianza.
—Lo entiendo, Jaxon. No espero que confíes en mí. Estoy aquí para arreglar las cosas, nada más.
—Bien —respondí, manteniendo un tono indiferente—.
Solo nos traerá información. Sin preguntas, sin indagaciones, sin intentos de acceder a áreas no autorizadas.
Ella asintió con la cabeza, y pude sentir las miradas de todos sobre nosotros. Todos se preguntaban si me había vuelto demasiado confiado, si permitirle tanto margen de maniobra sería contraproducente. Pero con tanto en juego, no podíamos ignorarla por completo. Necesitábamos todas las ventajas posibles contra Morgath y sus hechiceros.
Liora se puso a mi lado, su mano tocó brevemente la mía, dándome apoyo.
—Jaxon tiene razón. Puedes proporcionarnos información, pero eso no significa que te demos la bienvenida de nuevo a nuestras vidas o que confiemos en ti —afirmó con voz resuelta.
—Si sospechamos que estás trabajando para Morgath, aunque sea por un momento, esa confianza se perderá.
Seraphina asintió con la cabeza, con expresión contenida.
—Entiendo.
Me volví hacia Mira, dándole un último gesto de seguridad.
—Vigílala de cerca y asegúrate de que no nos quite nada. Nada sale de la manada sin mi aprobación explícita.
La sonrisa de Mira reflejaba una mezcla de diversión y determinación.
—No te preocupes, Alfa. Me aseguraré de que se mantenga a raya.
Con una última mirada a Seraphina, sentí una extraña sensación de finalización. Esta era su última oportunidad, su única oportunidad de demostrar su valía. Pero no estaba dispuesto a correr ningún riesgo. Teníamos un objetivo singular y no podíamos permitirnos más traiciones.
En lo que a mí respectaba, Seraphina estaba al borde del abismo, pendiendo de un hilo.
Liora me apretó suavemente la mano.
—Estamos preparados, Jaxon. Sea lo que sea lo que se nos presente, lo enfrentaremos juntos.
Asentí, sacando fuerzas de nuestro vínculo. Habíamos llegado demasiado lejos como para dejar que alguien nos separara ahora. Juntos, éramos imparables. Independientemente de las verdaderas intenciones de Seraphina, me aseguraría de que no tuviera la oportunidad de volver a hacer daño a la manada.
Fin del flashback.
Punto de vista de Jaxon
El campo de batalla era un torbellino de gruñidos, cuerpos que chocaban y espadas brillantes. Me moví junto a mis luchadores, cada uno de nosotros trabajando en perfecta armonía como si estuviéramos destinados a luchar como una fuerza unificada. Liora estaba a mi lado, su concentración inquebrantable, su fuerza fusionándose con la mía. El aire crepitaba con energía, cargado con el poder de los artefactos y la fortificación que el Anciano Marcus nos había otorgado.
Calder, Malcolm y Nico formaban una línea inquebrantable, con movimientos precisos y decisivos. Mira se movía como una sombra, abriéndose paso entre las filas enemigas, asestando cada golpe con una precisión mortal. El poder de los artefactos nos rodeaba como un escudo invisible y, para mi sorpresa, todos los ataques dirigidos hacia nosotros fallaban o rebotaban sin causar daño, como si la propia diosa de la luna nos estuviera vigilando, envolviéndonos en su protección.
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