Destinos entrelazados - Mi bebé es hijo del CEO - Capítulo 445
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Capítulo 445:
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Diciendo esto, le dio un mordisco en el lóbulo de la oreja y luego un leve beso en el cuello, haciéndole entender que aquel viaje prometía mucho.
Mientras cerraba los ojos, fingiendo dormir porque estaba avergonzada, Sofía ansiaba cada momento de aquel viaje de luna de miel.
Cuando llegaron al hotel, ya era casi la hora del almuerzo. Ethan pidió que la comida fuera servida en la habitación, sabiendo que necesitaban descansar un poco antes de explorar la región. Sofía solo quería dormir en esa cama enorme, pero cuando vio a su marido aparecer con la toalla amarrada a la cintura, sabía que descansar sería lo último que harían en ese lugar.
«¿Estás cansada?»
«Un poco», respondió ella.
«Necesitas tomar un baño para relajarte mejor, ¿no crees?»
«Lo sé, pero ni siquiera quiero quitarme esta ropa», gesticuló, señalando el vestido que se había puesto después de la fiesta.
«Ese es un problema, querida.» Se acercó a donde ella estaba sentada y comenzó a ayudarla a quitarse la ropa, lentamente.
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«No inventes», dijo ella, sonriendo.
Él percibía sus segundas intenciones.
«Deja de pensar tonterías, voy a ayudar a mi esposa a relajarse en el baño.»
«Pero tu boca dice una cosa y tus ojos dicen otra.»
Él sonrió, notando que lo habían atrapado con las manos en la masa. Se acercó más a ella, le dio un beso en el cuello y susurró de manera provocadora:
«Hay otra parte de mi cuerpo que quiere decirte algo muy interesante.»
Sin dejar que ella respondiera, la tomó en brazos y la llevó al baño.
En la bañera, decorada con pétalos de rosas blancas, hicieron el amor.
Durante los primeros dos días en Tulum, la pareja decidió quedarse en su habitación, saliendo de allí solo para comer.
El primer paseo fue por la costa. Aunque estaba emocionada por el lugar, Sofía sentía que sus piernas estaban débiles, resultado de los dos primeros días aislados en la habitación. Mientras caminaba, intentando disimular su incomodidad, empezó a notar la sonrisa de su marido. Esa cara de satisfacción la hizo sentirse nerviosa, porque él no parecía ni un poco avergonzado.
«¿Qué te parece si comemos en un restaurante cerca de aquí?» sugirió él.
«Acepto. Lo único que quiero es sentarme un poco», respondió ella.
«¿Realmente quieres sentarte?» sonrió él.
Maliciosamente, él sonrió. “No hay nadie por aquí ahora, así que…” insinuó, mirando alrededor sin ver a nadie.
Nuevamente, sus mejillas se sonrojaron, así que comenzó a caminar más rápido, dejando a Ethan atrás, al darse cuenta de lo maliciosos que eran sus pensamientos.
“¡Eres incorregible, Ethan!” decía ella, mientras escuchaba su carcajada de fondo.
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