Destinos entrelazados - Mi bebé es hijo del CEO - Capítulo 426
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Capítulo 426:
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«Es una larga historia, señora, creo que no recuerda todo, pero su sobrina podrá contárselo», dijo él, sin mucha paciencia para dar explicaciones. «Si me permite, solo estaba esperando su llegada para volver a casa. Tengo algo muy importante que hacer.»
«Pero si ella cree que todavía eres su novio, ¿no deberías quedarte aquí también?»
«No puedo quedarme, tengo una novia que me está esperando en casa. Ya tenemos suficientes problemas que resolver, no quiero involucrarme en los problemas de su sobrina.»
Diciendo esto, se dio la vuelta para irse, pero April lo llamó.
«Si ella pregunta por ti, ¿qué le digo?»
«Dígale que fui a descansar, que me siento muy cansado.»
«Pero, ¿y si mañana no recupera la memoria y pregunta por ti de nuevo?»
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«Invente cualquier excusa.»
«¿No vendrás a visitarla más?»
«No, no volveré. Después de que su sobrina y yo terminamos, decidí que no quiero verla nunca más.»
«¿Cuál fue el motivo de su ruptura?», preguntó curiosa.
«Una vez más, espere a que su sobrina recupere la memoria y pídale que le explique todo lo que pasó. Necesito irme, tengo mucha prisa. Tengo que volver con mi familia.»
Al abrir la puerta del apartamento donde vivía Sofía, Ethan notó que las luces estaban apagadas. Conociendo la contraseña, entró con cautela, sin hacer ruido, y caminó hacia su habitación. Abrió la puerta con suavidad, tratando de hacer el menor ruido posible.
Ya casi eran las cinco de la mañana, y como el día estaba nublado, todo seguía oscuro. Mientras caminaba lentamente por la habitación, vio a su hija en la cuna, durmiendo como un angelito. Suspiró agradecido por poder apreciar esa escena. Sin duda, la vida de su hija era una de las cosas más importantes que priorizaba en el mundo. Ava era un regalo del cielo, hecha para endulzar su vida amarga y fría.
Al darse la vuelta hacia la cuna, se acercó a donde Sofía estaba acostada. Parecía estar profundamente dormida, pero cuando se sentó en la cama, notó que ella abrió los ojos de inmediato.
«Ethan», susurró.
Sin decir nada, él solo la abrazó durante un largo rato. «Te dije que vendría, ¿no?», dijo, mientras la abrazaba más fuerte.
Sin respuesta, la besó con toda la intensidad, sin dejar espacio entre sus cuerpos. Sentía su ausencia como si hubiera estado lejos durante largos e interminables días.
«Te amo, Sofía, te adoro», murmuró entre besos.
Cuando dejó de besarla, escuchó su pregunta.
«¿Qué hora es?»
«Son las cinco de la mañana y ya está amaneciendo.»
«Te demoraste», comentó ella.
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