Destinada a mi gran cuñado - Capítulo 383
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Capítulo 383:
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«¿Ha venido aquí con ella para arruinar mis planes de boda?», se preguntó, apretando los dientes con rabia.
Bryan no pudo mantener la mirada fija en Sophia cuando sus oficiales entraron en su campo de visión.
«Disculpen», dijo Bryan a los ancianos después de liberarse del agarre de Mila.
Mila se quedó mirando su espalda mientras se alejaba de ella.
Bryan se dirigió hacia sus oficiales y su mirada se posó en Gamma Abraham, que parecía visiblemente enfurecido.
Abraham acababa de entrar en el salón, pero se enfureció al ver que su hermana también había acudido a la fiesta. No solo había venido, sino que además había llegado con Alpha Victor.
—Alpha.
Abraham se inclinó ante Bryan en cuanto se acercó a él. Los demás oficiales hicieron lo mismo y también se inclinaron.
Bryan cogió una copa de vino de un camarero y dio un sorbo. —Veo que no has hecho lo que te dije —le dijo Bryan a Abraham.
Abraham miró a Sophia y murmuró: —Lo siento, Alfa. Permíteme que vaya a hablar con ella. Voy a regañarla por…
Bryan lo miró con ojos fríos, lo que lo detuvo.
—No hace falta regañarla. Déjalo estar. Si realmente quería asistir a una fiesta de la manada, podría haber venido directamente a mí. No hacía falta ir a pedir pases al Alfa rival.
Su tono era tranquilo, como si no le importara en absoluto. Era como si ella fuera solo otra invitada más a la fiesta.
Abraham respiró hondo cuando se dio cuenta de que Bryan no estaba enfadado con su hermana.
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Beta Robert se quedó mirando el rostro indiferente de Bryan durante un rato. Cuando los demás oficiales se alejaron, se colocó junto a Bryan y le susurró: —Cálmate, Alfa.
Bryan se burló, se bebió el trago de un trago y dejó el vaso vacío en una bandeja que llevaba un camarero.
Su mirada volvió a Sophia, que sostenía una copa de vino y hablaba con Víctor.
Sus hombres le habían informado antes de que ella había ido a casa de Sara, pero no esperaba que volviera de allí con Víctor.
—¿Qué te hace pensar que no estoy tranquilo, Beta Robert? —preguntó en voz baja.
Robert tragó saliva, intuyendo que la calma de Bryan era aún más siniestra que su feroz expresión.
—Te conozco —respondió Robert—. Bryan, tienes que calmarte por dentro. Es una fiesta de la manada. Creo que ella solo ha venido para ver qué haces.
Bryan escuchó a Robert, pero mantuvo la mirada fija en Sophia.
Bajo la luz de la lámpara de araña, su vestido negro brillaba con piedras. Sus brazos desnudos parecían seductores y su cuerpo perfecto atraía la atención de todos los hombres. Parecía la mujer más atractiva de la fiesta.
De repente, los ojos de Bryan se volvieron rojos y perdió la compostura. Se dio cuenta de que Víctor había agarrado a Sophia por la cintura. Su lobo interior comenzó a gruñir y Bryan apretó la mandíbula, frunciendo el ceño con fuerza.
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