Destinada a mi gran cuñado - Capítulo 350
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Capítulo 350:
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¿O es que nadie lo había intentado nunca?
Abraham se volvió hacia ella, recuperando su habitual expresión tranquila.
—¿Qué opinas de Lucas Laurent? ¿Quién es? En su día fue el Alfa más temible del ala este. ¿Por qué crees que aceptó ceder la mitad de su trono? No está ayudando al Alfa Bryan, le está suplicando que se case con su hija a cambio de la mitad de su territorio.
Sophia abrió mucho los ojos.
—¿Qué?
Abraham soltó un suspiro.
—Hermana, gobernar una manada no es tan sencillo como parece desde fuera. Un Alfa y sus oficiales dedican sus vidas a la manada desde el momento en que deciden servirla.
—Pero no creo que el Alfa Bryan tenga que renunciar a su vida. De hecho, perderá su posición si se niega a aceptar a su compañera.
Al ver la frialdad en los ojos de su hermana, Abraham negó con la cabeza.
—Cálmate. Esperemos a ver qué dice después de la fiesta.
Sofía frunció el ceño, claramente molesta.
—¿Qué va a pasar en esta fiesta? ¿Por qué es tan importante?
—Todos los miembros clave de la manada del Valle de la Luna asistirán. Quieren respuestas del Alfa sobre por qué no ha seguido adelante con el compromiso.
Había pasado un año desde que Bryan se había comprometido con Mila. La boda debía celebrarse en un plazo de seis meses, pero él no había mostrado ninguna intención de fijar una fecha.
—¿Entonces vienen a cerrar el compromiso? —murmuró Sophia.
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Le dolía el corazón, advirtiéndole en silencio que no podía soportar más dolor.
—Quizá. El beta Robert espera eso. Pero no lo sabremos hasta que lleguen y hablen con el alfa.
Sophia apartó la mirada de su hermano y asintió.
—Ya veo.
Abraham dio un paso adelante y estaba a punto de acariciarle la cabeza de nuevo, pero ella dio un paso atrás.
—Está bien, hermano. Tengo sueño. No quiero hablar más de esto.
Abraham bajó la mano y cerró el puño.
—¿Estás enfadada con tu hermano?
Ella lo miró y respondió:
—No, hermano. Tú no tienes la culpa de nada. Es solo mi destino.
—Seguro que te espera algo bueno. El destino nunca te decepcionará. Si causa problemas, también proporciona soluciones.
Después de que Abraham saliera de la habitación, Sophia se sentó en la cama. No sabía adónde ir ni qué sentir. La gente le suplicaba a ese hombre que se casara con sus hijas. ¿Cómo pensaba ella que podría conseguirlo gratis? Era una persona muy cara. Atraparlo era como tener un sueño imposible.
Esa noche no pudo dormir. Su mente no dejaba de preguntarle si seguiría adelante con su plan de arruinarle. Su odio nunca se desvaneció, pero pensar en él la hacía sentir dolor.
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