Destinada a mi gran cuñado - Capítulo 280
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Capítulo 280:
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Sophia estaba abrumada por la tristeza. Cuando finalmente recuperó el sentido, se dio cuenta de que estaba en el coche de Víctor.
Giró la cabeza y lo vio conduciendo.
«Tu padre le ofreció la mitad de su trono», murmuró, aún sin poder creer que Bryan estuviera tan hambriento de poder como para elegirlo por encima del vínculo matrimonial.
Los ojos de Víctor se oscurecieron al oír sus palabras.
«Lo sé».
—Tu padre parece querer mucho a tu hermana —murmuró ella.
Cerró los ojos, sintiéndose como si estuviera entre Bryan y aquella mujer. Pero Bryan se casaba con ella por codicia.
Sin embargo, se detuvo cuando Víctor habló.
—No llames a esa mujer mi hermana.
Sofía se quedó atónita ante las palabras de Víctor. Lo miró con el ceño fruncido.
—¿Qué estás diciendo? ¿Cómo puedes llamar así a tu hermana?
Él se burló de su pregunta. —¿Hermana? Esa mujer es hija de otra mujer.
Sophia estaba confundida, viendo cómo hablaba con desprecio de Mila y de su madre. No estaba en condiciones de preguntarle nada, pero no podía evitar preguntarse por qué había dicho eso.
—Tu madre…
—No es mi madre. De hecho, mi padre resultó ser un bastardo.
Sophia abrió los ojos con incredulidad al escuchar las duras palabras sobre su propia familia.
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Después de mirarla rápidamente, él negó con la cabeza.
—Ese hombre engañó a mi madre. Creo que la mató para casarse con esa mujer.
Sophia apartó la mirada y exhaló profundamente. Ya había oído suficiente por un día. No quería saber ni aprender nada más.
Ni siquiera estaba segura de por qué estaba en el coche de ese hombre. Se quedó en silencio, esperando simplemente llegar a casa lo antes posible.
Le dolía la cabeza de tanto llorar y no tenía ni idea de cómo iba a vivir su vida a partir de ahora.
Cerró los ojos cuando una brisa fría le rozó la cara a través de la ventana.
Supuso que sus lágrimas se habían secado, pero se equivocaba. Más lágrimas fluían por sus mejillas desde sus ojos cerrados.
De repente, todo volvió a su mente: la primera vez que conoció a Bryan, hasta la última vez que estuvieron juntos en el restaurante.
Una cosa seguía igual. No importaba cuánto tiempo hubiera pasado o cuánto esfuerzo hubiera puesto en su relación, ese hombre seguía siendo frío en todas sus interacciones.
Seguía siendo el Bryan alfa, sin corazón para ofrecer a nadie.
Cuando Sophia abrió los ojos, su mirada brillaba con un color azul que no pasó desapercibido para Víctor. Sin embargo, siguió conduciendo el coche.
Ella miró a la carretera y dijo: «Para el coche».
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